Guardiola traiciona a la posesión para vengarse del Barcelona (3-1)
El Barcelona confirmó que las malas sensaciones no son flor de un día y cayó en el Etihad Stadium frente al Manchester City (3-1) en un partido que no destacó por la calidad ni el juego de posesión, a pesar de enfrentarse dos de las dos obras esculpidas por Pep Guardiola. Su equipo decidió anteponer la velocidad al toque y como resultado obtuvo mucha vida en el Grupo C de la Champions.
Los pupilos de Guardiola impusieron una gran intensidad que amedrentó al Barça en las proximidades del área de Ter Stegen, que tocaba más balones con el pie que la delantera culé.
En una de las conducciones de los rápidos jugadores del City, Sterling se presentó en el borde del área amenazando con poner el primer tanto del encuentro, pero su barrera se llamó Umtiti, que con un pisotón que no vio Viktor Kassai, salvó al Barcelona en vez de meterse en un buen lío. La exageración del extremo citizen, que se llevó la amarilla, tampoco ayudó a la hora de pitar un penalti claro.
Y es que los jugadores del Manchester City comenzaron a subir sus pulsaciones, haciéndose con el mando del partido gracias a un gran Agüero al que solo le estaba fallando el último toque. Por desgracia para Guardiola, esta adrenalina blue hizo descuidar la defensa y fruto de ello, recibió el gol que acostumbran a recibir sus equipos.
El Barcelona parecía borrado del partido, pero en tres toques rápidos y técnicamente sobresalientes, Messi y Neymar dibujaron un tanto en el que la colaboración de la descolocada defensa rival ayudó de más. El equipo azulgrana, que había intimidado lo mismo que un cero a la izquierda hasta ese momento, se ponía por delante, y lo que es peor –para el City–, recuperó su confianza.
Neymar, absorbido en el comienzo, comenzó a desequilibrar por su banda y a hacer brotar el caudal de ocasiones del Barça, que con André Gomes, Suárez o el propio brasileño bien pudo poner el 0-2 en el Etihad. Sin embargo, en una salida de balón culé en la que el City presionó con cabeza, Sergi Roberto equivocó la zona del campo y dio un pase demasiado tenso, horizontal, y que fue a caer a los pies de Agüero, que en dos segundos había combinado por sus compañeros para que Gundogan escribiera el empate en un encuentro sin demasiado sentido.
El lateral catalán estuvo a punto, dos minutos después, de permitir otro gol a su rival con un nuevo error, pero el Kun se quedó a milímetros de empujar el centro chut de Fernandinho. El descanso frenaba el vértigo en el Etihad, con el deseo seguro de Luis Enrique y Guardiola de tranquilizar en busca de mermar errores.
El discurso debía ser claro, pero una falta al borde del área continuaba con la cadena de favores que desde el inicio estaba marcando el partido. Sería esta vez Ter Stegen el que no lograría atajar el lanzamiento de De Bruyne que no era destacado ni en fuerza ni en colocación. Con el tercer tanto del partido iba a ocurrir lo mismo que con sus predecesores, y el Manchester City pudo ampliar la ventaja, de nuevo sin éxito, en los siguientes minutos, en los que el Barcelona se hizo muy pequeño ante los cánticos del público presente en el Etihad.
Contras que quitan vida
Las malas sensaciones que el Barcelona mostró ante el Granada se estaban confirmando en Champions, pero a pesar de todo, y tras otra contra en la que el City rozó el gol, Suárez aprovechó un nuevo regalo, esta vez de Stones, para dejar en bandeja el 2-2 a André Gomes, pero el luso trató de ajustar demasiado y su disparo lo repelió el palo. La misma frustración debió sentir De Bruyne, cuyo disparo ‘a lo Kroos’ estuvo a punto de hacer explosionar un partido que por malo estaba convirtiéndose en absolutamente emocionante. Pura Premier.
La lógica se impuso dentro del caos, y el equipo inglés, golpe a golpe, siguió mermando la poca actividad que le quedaba al Barcelona. Las contras celestes parecían rozar el gol en cada opción y Gundogan, de nuevo oportunista, colocaba el tercero tras empujar el remate en semifallo y forzado de Agüero.
La traición de la posesión le había salido a la perfección a Guardiola, que estaba cerca de firmar la venganza a su ex equipo después de la goleada de hace dos semanas en el Camp Nou. El Barcelona echaba de menos a Piqué, pero también a Neymar y Messi, que parecieron desaparecer tras fabricar el insuficiente 0-1.
Los dos goles de diferencia permitieron una marcha menos en el partido sin centros del campo. Los últimos minutos fueron pasando sin que el Barcelona encontrara su sitio y un Manchester City que dio la impresión de no forzar en busca del cuarto. La lógica se impuso dentro de la lógica, y de paso, confirmó que las malas caras de Luis Enrique en sus comparecencias públicas tienen justificación. Su Barça tiene mucho que mejorar.
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