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Cristiano necesita un DeLorean

  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Cristiano Ronaldo es leyenda, pero no es eterno. El portugués, que en una semana cumplirá 31 años, atraviesa por su peor momento desde que llegó al Real Madrid. Marca menos goles que nunca y falla más. Si se editara un vídeo con las jugadas de gol que CR7 ha desperdiciado en esta Liga, más de uno podría pensar que es el Higuaín de sus peores tiempos, no el de ahora que las mete todas.

No digo yo que Cristiano esté acabado, pero sí que está acabándose. Es ley de vida. Les ha pasado a los jugadores más grandes de la historia y a Ronaldo también le pasará. CR7 seguirá metiendo goles hasta después de retirarse, porque el oficio de goleador es como montar en bicicleta: nunca se olvida. Pero sus estadísticas dicen una cosa y su peso en los partidos dice otra.

Cada encuentro que pasa Cristiano es menos decisivo. Tiene menos desborde, menos velocidad, menos efectividad y menos capacidad para ganar un partido él solito. Cada partido Cristiano es un poco menos Cristiano. Es indudable que sigue y seguirá siendo durante varios años uno de los mejores jugadores del mundo, pero el Ronaldo de 2016 es peor que el Ronaldo de 2012.

Que los mejores años de la carrera de Cristiano han pasado ya parece un hecho difícil de refutar. Siga en el Madrid o se marche a otro equipo, el luso seguirá marcando goles y goles y más goles, pero nunca volverá a ser ese futbolista imparable, poderoso y demoledor del trienio de Mourinho o de la primera temporada de Ancelotti. Ese Cristiano no volverá.

Ronaldo necesitaría montarse en el DeLorean de Regreso al Futuro para retroceder en el tiempo y parar el reloj, pero el tiempo pasa para todo el mundo, hasta para los superhéroes como él. Cristiano se ha ganado a goles ser tratado de usted en el Real Madrid, que le hagan una estatua ecuestre a las puertas del Bernabéu y que su homenaje sea el más grandioso que se haya organizado jamás en la casa blanca. Pero quizá haya llegado el momento de que otro compañero sujete el peso del escudo que el luso ha llevado a sus espaldas con orgullo, fuerza y honor en los últimos siete años.

Cristiano se ha ganado el reposo del guerrero o al menos el derecho a cambiar de ejército. Buscar nuevas batallas, nuevos enemigos a los que medirse y nuevos países que conquistar. Su sitio en la eternidad del Real Madrid ya no se lo quitará nadie, pero quizá haya llegado la hora de un cambio de guardia.