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Frases célebres de Luis de Góngora

Sus obras y su corriente se llamaron gongorismo, considerado un así un clásico de todos los tiempos. Hoy repasamos las frases más célebres de Luis de Góngora.

Luis de Góngora fue un poeta y dramaturgo español que vivió y escribió durante la importante edad del Siglo de Oro español. Esta época vio florecer muchos escritores famosos como Calderón de la Barca, y su enemigo Francisco de Quevedo.

Sus obras y su corriente se llamaron gongorismo, considerado un así un clásico de todos los tiempos. Hoy repasamos las frases más célebres de Luis de Góngora.

Las palabras, cera; las obras acero.

Serénense tus ojos, y más perlas no des, porque al sol le está mal lo que a la aurora bien.”

Que sea médico más grave quien más aforismos sabe, bien puede ser; mas que no sea más experto el que más hubiere muerto, no puede ser.

Breve esplendor de mal distinta lumbre; farol de una cabaña que sobre el ferro está, en aquel incierto golfo de sombras, anunciando el puerto va.

Llorando la ausencia del galán traidor la halla la luna y la deja el sol, añadiendo siempre pasión a pasión, memoria a memoria, dolor a dolor.

Las flores a las personas ciertos ejemplos les den; que puede ser yermo hoy el que fue jardín ayer.

Si basta un solo cabello para atar mi voluntad, sin que haya necesidad de echarme cadena al cuello.

Que junte un rico avariento los doblones ciento a ciento bien puede ser; mas que el sucesor gentil no los gaste mil a mil, no puede ser.

Celosa estás, la niña, celosa estás de aquel dichoso, pues lo buscas, ciego, pues no te ve.

Esto de enmendar costumbres es peligroso y violento.

Cuando cubra las montañas de blanca nieve el enero, tenga yo lleno el brasero de bellotas y castañas, y quien las dulces patrañas del rey que rabió me cuente… Y ríase la gente.

Mira que la edad miente, mira que del almendro más lozano parca es interior breve gusano.

Desnudo el joven, cuanto ya el vestido océano ha bebido restituir le hace a las arenas.

Porque, entre un labio y otro colorado, Amor está en su veneno armado cual entre flor y flor siempre escondida.

A pesar luego de áspides volantes, sombra del Sol y tósigo del viento, de Caribes flechados, sus banderas, siempre gloriosas, siempre tremolantes,

A trueco de verlos idos, como soy la que interesa, sé decir que no me pesa que vayan favorecidos.