Fin del debate: Te contamos si la corteza del queso se come o no
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En el mundo existen más de 2.000 variedades de queso diferentes, cada una con sus propias características. Se diferencian por su sabor y consistencia, y a la hora de degustarlos todos nos hemos planteado la pregunta de si la corteza del queso se come o no.
¿Qué tipos de corteza existen?
Hay que diferenciar dos tipos de corteza.
Por un lado, la que se genera de forma 100% natural durante el proceso de curación, la cual sí se puede comer ya que forma parte del queso. La corteza que produce el propio queso es muy rica en bacterias y moho debido a la fermentación natural. Es el caso de quesos como el rulo de cabra, el brie o el camembert.
Todos los quesos con Denominación de Origen tienen como uno de los requisitos básicos que no se pueden recubrir con cortezas artificiales. Por lo tanto, en este tipo de quesos sí se puede comer la corteza con total tranquilidad.
Y, por otro lado, la corteza que se añade artificialmente. El Real Decreto 1113/2006, de 29 de septiembre, determina qué coberturas se permiten en los quesos madurados, siendo las más frecuentes las siguientes: aceite de oliva, especias (pimienta y pimentón), plantas aromáticas, humo aplicado de manera directa en la corteza y ceras.
Las cortezas artificiales son muy fáciles de diferenciar a simple vista. Suelen ser de colores brillantes e intensos como el negro o el rojo. La textura es muy regular y, además, son insípidas al gusto. Por el contrario, las cortezas naturales son de colores más apagados de la gama de los marrones.
Este tipo de cortezas artificiales no son tóxicas, pero aún así no deben comerse. No suponen ningún tipo de problema para la salud, aunque los expertos recomiendan desecharlas.
Consejos para comer queso
Uno de los principales consejos a la hora de servir el queso es no hacerlo nunca frío. La baja temperatura esconde los aromas y los sabores naturales, así que es conveniente sacarlo de la nevera al menos una hora antes de servirlo. Si se trata de un queso maduro, necesita al menos tres horas a temperatura ambiente.
Al servir una tabla de quesos, lo mejor es colocar los más suaves en el exterior y los más fuertes en el interior, tomándolos de fuera hacia dentro. Aunque las nueces y el pan son los acompañamientos más comunes del queso, hay muchas otras opciones, como la miel o la fruta fresca.
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