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Curiosidades sobre la amatista

Aunque no llega a considerarse como una de las piedras preciosas, pues no es tan cara como el diamante, por ejemplo, la amatista es muy preciada en el mundo de la joyería y la bisutería. Por eso vamos a conocer un poco mejor este mineral tan atractivo a la vista por sus tonos púrpuras profundos.

En realidad, si miramos a su información técnica y mineralógica, es una variedad del cuarzo. En este caso, se trata de una mezcla de dióxido de silicio combinado con impurezas de hierro. Esta combinación es la que le confiere su tono purpúreo tan característico que tanto atrae a joyeros y amantes de esta piedra.

Y, precisamente hablando del púrpura, a lo largo de la historia ha sido siempre un color asociado a la realeza y la religión. Por eso, durante siglos, este mineral se ha considerado como muy importante y siempre fue muy apreciado, tanto por nobles como por altos cargos eclesiásticos, aunque sea más común que otros de mucho más valor.

Curiosamente, el origen de la palabra amatista nada tiene que ver con la mineralogía, puesto que procede del vocablo griego amethystos, que, traducido al español, quiere decir no ebrio. Llama la atención que, antaño, esta piedra era considerada como antídoto para la embriaguez, de ahí que muchas copas de vino fueran talladas en la misma para evitar que se subiera demasiado a la cabeza.

Más curiosidades sobre la amatista

Si miramos en el calendario astrológico, la amatista es la piedra que se asocia al mes de febrero. Además, también es la piedra preciosa del singo de Zodíaco Piscis.

Uno de los autores del Renacimiento más célebres de la historia, y quizás el más talentoso, Leonardo Da Vinci, escribió sobre este mineral que podía disipar malos pensamientos, e incluso podría acelerar la inteligencia humana.

Antaño, en el Antiguo Egipto, la amatista era una codiciada piedra preciosa. De hecho, se usó mucho, y no solo en la joyería de la época, también para usar calcografía de gemas grabadas.

Ya en la Edad Media, los soldados se fabricaban amuletos de amatista, pues consideraban que eran una buena protección en la batalla.

Posteriormente, en el siglo XVIII, se la consideró como una de las piedras preciosas más valiosas del mundo, junto con otros como los rubíes, los zafiros, las esmeraldas o los diamantes. Pero desde que aparecieron extensos yacimientos en diversos rincones del mundo, sobre todo en Brasil, perdió una gran parte de su valor al observar que es más común de lo que se creía.

Actualmente, si deseas conseguir esta piedra, puedes acudir a Thunder Bay, en Ontario, Canadá, donde se ubica la mayor mina desde la que se extraen estas gemas.