¿Cómo funciona una central térmica?
Lo primero que debemos saber es que una central térmica es una instalación que se emplea para generar energía eléctrica a partir de la energía que se libera en forma de calor, por lo general mediante la combustión de combustibles fósiles como puede se el carbón o el petróleo. El calor se emplea por un ciclo termodinámico convencional para mover así un alternador y producir energía eléctrica. Esta clase de generación es contaminante, liberando dióxido de carbono.
Conociendo más sobre las centrales térmicas
Algo que conviene saber es que también contamos con centrales termoeléctricas que utilizan la fisión nuclear del uranio para poder producir electricidad. A esta clase de instalación se le llama central nuclear.
Vamos con los dos tipos de central térmica o termoeléctricas existentes:
Centrales termoeléctricas de ciclo convencional
Denominamos centrales clásicas o de ciclo convencional a las centrales térmicas que utilizan la combustión del carbón, petróleo o gas natural para la generación de energía eléctrica. Se consideran las centrales más económicas y rentables, por lo que el uso está muy extendido en el mundo económicamente avanzado y en el que se encuentra en vías de desarrollo, aunque hay críticas sobre ellas por su alto impacto medioambiental. Esta clase de centrales eléctricas llegan a generar el 16,5% de la energía eléctrica necesaria en nuestro país.
Centrales termoeléctricas de ciclo combinado
Actualmente podemos ver como se están construyendo muchas de estas centrales, que utilizan gas natural, gasóleo o carbón como combustible para alimentar una turbina de gas.
Como los gases de escape de la turbina de gas cuentan todavía con una elevada temperatura, se usan para la producción del vapor que mueve una segunda turbina, en esta ocasión de vapor. Cada turbina se acopla a su alternador para generar electricidad, como si de una central termoeléctrica clásica se tratase.
En el proceso de partida de estas centrales por lo general, únicamente solo funciona la turbina de gas, algo a lo que se llama ciclo abierto. La mayoría de las centrales de esta clase pueden llegar a intercambiar combustible incluso aunque se encuentren en funcionamiento. Si funcionan con petróleo diésel baja del orden de un 10% aproximadamente su potencia de salida.
La diferencia de temperaturas que hay entre los gases de escape y la combustiones es más elevada que cuando hay una turbina de gas o de vapor, consiguiéndose rendimientos muy altos, sobre un 55%. En el caso de estas centrales, llegan a generar el 34% de las necesidades de España de energía eléctrica.
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