Homenaje a Montserrat Caballé en el Teatro del Liceu

Montserrat Caballé
Montserrat Caballé. (Foto: AFP)

Ya no está. No ha podido celebrar su 86 aniversario. Falleció el pasado 6 de octubre. Y, sin embargo, la voz portentosa, la estruendosa carcajada de Montserrat Caballé, su humanidad, han vuelto a ser las máximas protagonistas de otra noche para recordar en el Gran Teatro del Liceu, su casa desde siempre.

Bajo la dirección de Lluís Pasqual, y después de un acto en el que se le ha entregado póstumamente la Medalla de Oro de la ciudad de Barcelona, ha arrancado «La sonrisa de Montserrat Caballé», un concierto con el que sus compañeros y amigos han querido rendirle tributo y ensalzarla en un día que no se ha querido triste.

El presidente del Liceu, Salvador Alemany, ha abierto la velada destacándolo: «Llenaremos estas paredes con su voz y el recuerdo de su sonrisa. Lo haremos reviviendo nostalgia y emociones, pero no con tristeza, es un momento para el recuerdo y la celebración».

Pasqual, en su regreso a un escenario barcelonés, tras su dimisión en septiembre de la dirección del Teatre Lliure, ha aportado la primera sorpresa de la noche al rescatar una grabación de 1988, en la que cantó con la Caballé en su Reus natal, y donde ella, después de esta interpretación, dijo que si alguna vez le rendían un homenaje quería que fuera él quien estuviera al frente.

El director ha apostado por una «ceremonia laica de despedida» en la que se han intercalado actuaciones en directo de algunos de sus amigos -muy aplaudidos Jaume Aragall y Joan Pons- con grabaciones de momentos históricos de su trayectoria, como cuando interpretó «Norma» en Orange en 1974 o algunas de sus entrevistas televisivas.

Alguna de estas filmaciones también han llevado al respetable a reír fuerte, como cuando en un ensayo se la veía cómo tenía que repetir una y otra vez un mismo fragmento.

A la vez, han recordado sus vivencias con ella a través de imágenes grabadas Plácido Domingo, Juan Diego Flórez o Zubin Mehta, quien en una sentida intervención ha afirmado que no olvidará nunca ninguna de las actuaciones que compartieron, desde una «Salomé» en Roma a una «Novena sinfonía» en Nueva York.

Concluyente, el director indio ha desvelado que: «cada vez que me mirabas, me costaba dirigir».

El primero de sus amigos en pisar el coso operístico ha sido Josep Carreras, que ha interpretado la canción napolitana «Dicintencello Vuie», y le han cogido el relevo el tenor Jaume Aragall, con «Non ti scordar di me» de Ernesto de Curtis, y el barítono Joan Pons con el aria «Nulla! Silenzio!» de la ópera «Il tabarro», de Puccini.

La soprano Begoña Alberdi y el tenor Carlos Cosías han cantado «Un di felice, eterea», de «La traviata» de Verdi, y el joven Anthony Harutian, de 19 años y último discípulo de Caballé, ha optado por el aria de Rinaldo de Händel «Lascia ch»io pianga».

Al Bano, sombrero en la cabeza, se ha atrevido con «Mattino» de Leoncavallo, mientras que María Gallego y el tenor Josep Bros le han dedicado el dueto de «Faust de Gounod», «Il se fait tard, adieu».

En el tramo final, otro de sus discípulos, el tenor Jordi Galán, ha cantado «Je crois entendre encore», de «Les pêcheurs de perles», de Bizet y los jóvenes Agostina Smimmero y Pene Pati, ganadores del Primer Premio del Concurso Internacional de Canto Montserrat Caballé, han cerrado las actuaciones con las arias «Voce di donna» de La Gioconda de Ponchielli y «Ah!Lève-toi, soleil», de «Roméo et Juliette», de Gounod, respectivamente.

Sin embargo, todavía faltaba el momento álgido de la noche, cuando a través de la pantalla, se han vuelto a escuchar los acordes de lo que ya es un clásico, el himno «Barcelona», que la soprano interpretó junto a Freddie Mercury.

Al igual que ha ocurrido en otros momentos de la noche con antiguas grabaciones de la cantante, ha sido cuando más ha disfrutado el público y, emocionado, más ha aplaudido.

Un minuto antes de las diez, Lluís Pasqual ha vuelto a subir al escenario para dirigirse a la homenajeada y remarcar que durante toda la noche su voz «ha volado por encima de nosotros» y ha pedido 38 segundos de silencio para poder recordar su sonido, antes de que volviera a escucharse por última vez hoy.

Durante más de tres minutos ha ovacionado el público a la desaparecida soprano, de pie todo el teatro, y mirando hacia donde se encontraba su viudo y el resto de su familia, quienes asentían y daban las gracias por el reconocimiento.

Ya durante la sesión, su amiga Teresa Berganza, había dejado grabado que: «nos ha dejado un silencio que duele, pero su voz seguirá emocionando a las generaciones venideras».

Han asistido al acto, entre otros, el ministro de Cultura, José Guirao; la consellera de Cultura, Mariàngela Vilallonga; la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau o el expresidente de la Generalitat, José Montilla, además de las cantantes Mónica Naranjo y Ruth Lorenzo.

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