Pterodáctilo, el rey de los cielos prehistóricos

Pterodáctilo, el rey de los cielos prehistóricos
Pterodáctilo, el rey de los cielos prehistóricos

Cuando hablamos de los tiempos prehistóricos y de la época en que la Tierra estaba dominada por los dinosaurios, uno de los seres que nos viene a la mente es el pterodáctilo. Sin embargo, este reptil alado y volador no es técnicamente un dinosaurio. Veamos más sobre este poderoso rey de los cielos terrestres.

El pterodáctilo vivió durante el período Jurásico. Concretamente, su considera que pobló los cielos de nuestro planeta a comienzos del Titoniense, hace unos 150 millones de años.

Lo zona en que se han encontrado más fósiles de este ser se encuentra en Alemania, concretamente en la región de Baviera, en la Caliza de Solnhofen. Sin embargo, con el paso del tiempo y las investigaciones, también se han descubierto restos fragmentados en partes de África y Europa.

Aquí hablamos de un carnívoro que se alimentaba de peces y otros pequeños animales. Se cree que debía medir sobre unos 150 centímetros, aunque otras especies de su familia eran sensiblemente más pequeñas. Poseía un cráneo largo y estrecho con unos 90 dientes cónicos.

Entre los parientes del pterodáctilo, es decir, hablando de pterosaurios, encontramos otros de diversos tamaños, como el ctenochasma, el aerodactylus, el germanoduactylus o el gnathosaurus.

Sus enormes alas, que podían medir un metro extendidas, eran unas membranas formadas por piel y músculo que se extendían desde el cuarto dedo hasta los miembros posteriores. En su interior se encontraba gran número de fibras de colágeno, mientras que en el exterior había muchos bordes queratinosos.

Decir que su nombre proviene del término griego pteron, que significa ala, y el vocablo daktylos, cuyo significado es dedo. Así se hace referencia a su gran dedo que mantiene el ala.

Otras curiosidades del pterodáctilo

El pterodáctilo era curioso, ya que, pese a ser popularmente considerado un dinosaurio, este no caminaba sobre dos o cuatro patas. Normalmente apoyaban sus alas y arrastraba sus patas traseras para moverse en tierra.

Otra de sus peculiaridades era esa especie de pico que formaba buena parte de su cabeza. Gracias a sus dientes y la fuerza de que disponía, podía comer destrozando a su presa, generalmente pescado e invertebrados de pequeño tamaño.

Uno de los puntos más controvertidos respecto a los reptiles voladores son las plumas. Hay que decir que estos no son los antecesores de los pájaros. De hecho, tanto en el Jurásico como en el Cretácico había otras que sí lo eran y tenían plumas, pero no los pterodáctilos.

Y así era este gran ser que pobló durante siglos los cielos terrestres sin exceso de competencia. Un reptil alado con un vuelo espectacular que reinó en su hábitat elevado sobre el peligroso suelo de nuestro planeta.

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