Ciencia
Contaminación ambiental

Increíble pero cierto: el objeto más desechado del mundo supera por mucho a las bolsas y botellas de plástico

  • Betania Vidal
  • Redactora y analista de contenidos SEO especialista en bienestar, psicología, traducción, creación de sitios web y liderazgo de proyectos online.

Cuando piensas en contaminación por plástico, lo normal es imaginar botellas, bolsas o envases. Sin embargo, el residuo más tirado del planeta es otro. Mucho más pequeño, cotidiano y normalizado.

Aquí nos centramos en las colillas de cigarrillo, por qué son un problema ambiental y sanitario de primer orden y qué opciones hay para reducir su impacto.

El objeto más desechado: las colillas de cigarrillo

Las colillas son el residuo más abundante del mundo. Según algunos estudios, se estima que cada año se desechan entre 4,5 y 6 billones. En limpiezas urbanas y costeras representan hasta el 30 o 40 % de toda la basura recogida, superando con claridad a bolsas y botellas de plástico.

La mayoría de fumadores cree que el filtro es de papel o algodón. No lo es. Está hecho de acetato de celulosa, un plástico que no se biodegrada. Con el tiempo se fragmenta en microplásticos que acaban en ríos, mares y suelos. Cada colilla puede liberar miles de fibras plásticas invisibles.

El problema no es solo ambiental. Los filtros no protegen la salud. Se introdujeron en los años cincuenta para dar sensación de seguridad, no para reducir daños. De hecho, al suavizar el humo, llegan a facilitar inhalaciones más profundas. Aun así, la percepción que cumpliría su función de «filtro» sigue muy extendida.

Además del plástico, las colillas concentran sustancias tóxicas. Nicotina, metales pesados y compuestos químicos se liberan al contacto con el agua. Una sola colilla puede contaminar decenas de litros, afectando a peces, aves y pequeños invertebrados. En entornos urbanos, muchas acaban en alcantarillas y de ahí al mar.

Durante años, mientras se prohibían pajitas, bolsas o cubiertos de un solo uso, las colillas quedaban fuera del foco. Pese a ser uno de los plásticos más extendidos, han escapado a regulaciones estrictas. Incluso algunas tabacaleras promocionan filtros «biodegradables» que no aportan beneficios para la salud y siguen contaminando.

Qué se puede hacer con las colillas

Reducir este problema es posible, pero exige decisiones claras. No basta con campañas simbólicas. Algunas medidas que ya están sobre la mesa son:

Eliminar los filtros no acabaría con el tabaquismo de un día para otro. Tampoco resolvería toda la crisis del plástico. Pero tendría efectos reales. Reduciría millones de toneladas de residuos, eliminaría una fuente constante de microplásticos y acabaría con una falsa sensación de seguridad ligada al consumo de tabaco.

Las colillas son pequeñas, pero el impacto es enorme. Si hemos aceptado prohibir pajitas por coherencia ambiental, mirar hacia otro lado con el residuo más abundante del planeta ya no tiene sentido.