Halloween 2018: La ciencia del miedo
La ciencia del miedo existe por un hecho singular, es una herramienta de defensa que tenemos los seres humanos, igual que otras especies, para sobrevivir a situaciones peligrosas.
El miedo es un instinto que nos aleja de situaciones peligrosas que pongan en riesgo nuestra vida. Siglos atrás, era importante, pues no vivían los seres humanos en un mundo con tantas certezas y seguridades como el actual, pero hoy sigue siendo igualmente efectivo y necesario para alejarnos de los peligros.
Según confirman algunos científicos, el miedo estaría inmerso en nuestro cerebro reptiliano, el más arcaico e intuitivo que regula nuestras acciones esenciales de supervivencia. Así que, ante un peligro o amenaza, nos dice: lucha o huye, son tus opciones.
Una vez te asustas, tu cerebro está en realidad preparando a tu cuerpo para la acción que venga a continuación. Así que, ya sea huir o pelear, tus músculos se preparan, igual que tus funciones pulmonares y cardiacas, todas a expensas de tus actos. Así pues, también se activan o desactivan otros órganos. Los esfínteres se inhiben ralentizando la digestión, los vasos sanguíneos se alteran y se produce saliva en cantidad.
Y todo esto, ¿para qué? Primero, el flujo sanguíneo activa músculos, luego tu organismo se llena de energía para reaccionar, después, se previene una pérdida de sangre si resultas herido, potenciando la coagulación. Es decir, tu cuerpo será más rápido y fuerte para enfrentar la amenaza.
Más detalles sobre la ciencia del miedo
El miedo es una ventaja evolutiva que facilita la supervivencia de la raza humana. Sin embargo, disfrutar del terror como algo divertido, como sucede en Halloween, por ejemplo, plantea nuevos territorios para la investigación.
¿Qué tenemos los seres humanos para que hayamos acabando disfrutando de un instinto tan primario como el miedo? Es una pregunta de difícil respuesta, pues algo que se asocia a dolor, ansiedad o estrés, ¿realmente es disfrutable?
El miedo activa nuestro cerebro, nos emociona y nos puede producir placer, pues hace que segregue sustancias parecidas a las de la felicidad, como endorfinas, adrenalina o dopamina.
Incluso hemos visto que el placer de ver películas de terror puede ser positivo hasta para perder peso. Los sobresaltos y el misterio nos atraen, pues empatizamos con la fuente del miedo universal, como la muerte, las arañas, la sociedad, etc.
Por último, debemos diferenciar entre miedos innatos y adquiridos. Los primeros aparecen desde bebés, pues ayudan a sobrevivir para no caernos, por ejemplo. Los segundos, aparecen en base a experiencias, pudiendo provocar incluso fobias. Sucede con la muerte, los perros, la oscuridad, los payasos, las tormentas…
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