La verdad sobre la ‘teoría de la abuela’ y cómo influye en tus hijos
La relación de abuelas y nietos analizada en un estudio de la universidad Emory de Atlanta
La ciencia abre la guerra entre las abuelas y confirma cuál es más importante genéticamente: la materna o la paterna
Ser abuelo y cuidar de los nietos te puede hacer vivir más… Si lo haces con moderación
En muchas familias, la figura de la abuela es sinónimo de ternura, paciencia y también como no, de los mejores remedios y de la mejor cocina. Pero más allá de los tópicos, existe una conexión emocional muy especial entre abuelas y nietos que ha despertado el interés de la ciencia. Esta relación, que suele ser más relajada que la que los abuelos tuvieron con sus propios hijos, podría tener una explicación evolutiva mucho más profunda de lo que pensamos. Así lo plantea la llamada teoría de la abuela, un enfoque que va ganando fuerza gracias a investigaciones recientes.
Durante años se ha hablado de la importancia del papel de los abuelos en la crianza de los niños, especialmente en contextos familiares donde el tiempo, los recursos o las emociones de los padres están al límite. Sin embargo, lo que antes se entendía como una ayuda puntual o amor incondicional, ahora también empieza a verse como una función biológica con efectos reales en el desarrollo de los niños. Y, curiosamente, esta conexión no sería igual con los hijos que con los nietos. ¿Por qué? ¿Qué cambia en el cerebro de una mujer cuando deja de ser madre y se convierte en abuela?. Un estudio de la Universidad Emory, en Atlanta (Estados Unidos), ha arrojado luz sobre este fenómeno. Analizando la actividad cerebral de un grupo de mujeres mientras veían imágenes de sus nietos, sus hijos y otros niños sin parentesco, los investigadores encontraron diferencias asombrosas. Resulta que las abuelas sienten a sus nietos de una forma que no siempre experimentaron con sus propios hijos. Este hallazgo ha reavivado el debate sobre cómo influyen realmente las abuelas en la vida de los niños, y qué papel juegan en la evolución de la familia.
¿Qué es la ‘teoría de la abuela’ y de dónde viene?
La llamada teoría de la abuela parte de una hipótesis evolutiva según la cual las mujeres humanas viven muchos años después de la menopausia debido al papel que desempeñan en la supervivencia de sus nietos. Es decir, la biología habría favorecido una vida más larga para que las abuelas pudieran ayudar a criar a las siguientes generaciones. A diferencia de otros grandes primates, cuyas hembras dejan de reproducirse y también de vivir relativamente pronto, las mujeres humanas pueden vivir décadas más allá de su etapa fértil, lo cual ha despertado la curiosidad de antropólogos y neurocientíficos.
Esta teoría no sólo sugiere que las abuelas han sido esenciales para la evolución de nuestra especie, sino que también destaca el impacto emocional y práctico que pueden tener en la vida de sus nietos. La crianza humana, a diferencia de la de otras especies, ha estado históricamente marcada por el apoyo de la comunidad, especialmente de las abuelas, quienes alivian la carga de las madres y proporcionan una segunda figura de referencia emocional.
El estudio que lo cambió todo: ¿qué pasa en el cerebro de una abuela?
Para entender si este vínculo tenía una base científica medible, el profesor James Rilling y su equipo de la Universidad Emory llevaron a cabo un experimento con 50 abuelas que tenían al menos un nieto biológico. A través de resonancias magnéticas funcionales, analizaron cómo reaccionaba el cerebro de estas mujeres al ver fotos de sus nietos, sus propios hijos y personas sin relación familiar.
Los resultados fueron sorprendentes: al ver imágenes de sus nietos, las abuelas activaban áreas del cerebro relacionadas con la empatía emocional, como las cortezas somatosensoriales e insulares. Estas regiones se asocian a la capacidad de sentir lo que otra persona está sintiendo, una respuesta visceral que demuestra una conexión emocional intensa. En cambio, cuando veían fotos de sus hijos (los padres de los nietos), se activaban áreas del cerebro vinculadas a la empatía cognitiva, una forma más racional de comprender lo que otro está sintiendo, pero sin la misma carga emocional.
Este contraste apunta a que las abuelas pueden vivir la relación con sus nietos desde un plano más emocional y profundo que con sus propios hijos. Algo que, curiosamente, muchas personas ya intuyen por experiencia, pero que ahora tiene respaldo científico.
¿Por qué los nietos despiertan tanta ternura en sus abuelas?
Además del componente emocional que se activa en el cerebro, los investigadores también creen que hay una explicación biológica más básica: el fenotipo lindo de los niños. Este término se refiere a los rasgos típicos que nos hacen ver a los bebés y niños pequeños como irresistiblemente adorables: ojos grandes, mejillas redondeadas, gestos tiernos. Según Rilling, la evolución podría haber diseñado estos rasgos precisamente para que los adultos (incluidas las abuelas) sintieran el impulso de proteger y cuidar a los más pequeños.
Este mecanismo se ve reforzado en las abuelas por la experiencia previa que han tenido como madres. Al haber pasado ya por esa etapa de crianza y no tener que cargar con la responsabilidad diaria, pueden conectar con los nietos desde un lugar más libre, menos condicionado por el estrés o la necesidad de imponer normas.
El papel de las abuelas en la crianza: ¿beneficio o interferencia?
Para muchas familias, la presencia de la abuela es un verdadero salvavidas. Ayuda con las tareas del hogar, recoge a los niños del colegio, los cuida mientras los padres trabajan y, en muchos casos, suple carencias emocionales o económicas. Esta figura, lejos de ser secundaria, se convierte en una pieza central en el entramado familiar. Sin embargo, esta implicación también puede generar tensiones con los padres, especialmente cuando hay diferencias en la manera de educar o en los límites que se deben poner a los niños.
La clave, según los expertos, está en entender que las abuelas aportan un tipo de cuidado diferente. Su rol no es tanto el de educar como el de acompañar y sostener emocionalmente. Esa conexión especial con los nietos no debería verse como una amenaza a la autoridad parental, sino como un complemento enriquecedor, siempre que se respeten los límites y se fomente la comunicación entre generaciones.
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