Estas son las cosas que hacemos mal como madres pero no lo sabemos
Errores de los que se aprende como madre y que nadie te explica
Cosas que hacemos sin saber pero que deberíamos evitar a toda costa
Sale a la luz el motivo del vínculo entre madres y bebés: el descubrimiento más esperado
¿Cuáles son las cosas que hacemos mal como madres pero no lo sabemos? Pues seguramente muchas, ya que ser madre o padre es algo que se aprende poco a poco y en el día. Los bebés no vienen con un «libro de instrucciones» y tal vez muchas veces ante la duda nos dejamos guiar por lo que leemos en internet o por esos consejos, que aunque bienintencionados, nos dan nuestras amigas o propias madres. ¿Pero estamos seguros que seguir esos consejos es algo bueno? ¿Es posible que creamos que estamos haciendo algo bueno por nosotras como madres o por el bebé cuando en realidad es todo lo contrario?.
Parte de la base que el hecho de ser madre es una de las experiencias más transformadoras de la vida. De alguna manera, dejas de ser tú misma para convertirte en alguien que está por y para sus hijos las 24 horas del día. Y esto a pesar de que trabajemos y a pesar también, de que de alguna manera no queramos renunciar a nuestra vida de antes, o de hecho, a nuestra esencia como ser humano. Todo ello puede hacer que a veces nos sintamos algo desbordadas y aunque no hay nada más bonito que tener un bebé y criarle para que se convierta en un adulto que básicamente sea buena persona e intente ser feliz, lo cierto es que en el camino, como todo en la vida, habrá errores y cosas que hacemos mal como madres pero no lo sabemos.
Cosas que hacemos mal como madres pero no lo sabemos
No importa cuántos libros hayas leído o cuántos consejos te hayan dado, la realidad de la maternidad es una aventura llena de sorpresas, desafíos y aprendizajes constantes. Por ello, es normal cometer errores, especialmente durante esos primeros meses en los que todo es nuevo y abrumador. Lo importante es reconocerlos, aprender de ellos y recordar que, en este camino, no estamos solas.
Por otro lado, no podemos olvidar nunca que la maternidad es también un viaje único para cada mujer, y lo que funciona para una no necesariamente será lo mejor para la otra. Entonces ¿por qué hay veces en las que nos encontramos comparándonos con otras madres, creyendo que deberíamos ser más como ellas o hacer las cosas de cierta manera?. Si lo piensas, en realidad no existe una «mamá perfecta». Todas cometemos errores y es a través de ellos que aprendemos a ser mejores madres para nuestros hijos. Lo fundamental es mantenernos fieles a nosotras mismas y recordar que, al final del día, lo que más importa es el amor y la conexión que tenemos con nuestros pequeños.
A continuación, exploraremos algunos de los errores más comunes o cosas que hacemos mal como madres y no sabemos con la esperanza de que podamos encontrar formas más saludables y equilibradas de abordar esta maravillosa, aunque desafiante, etapa de la vida.
No está de más pedir ayuda aunque no todo lo que te digan es un absoluto
Tras dar a luz, el cuerpo y la mente de una mujer necesitan tiempo para recuperarse. La experiencia del parto es comparable a una prueba física y emocional extrema, y lo último que una madre necesita es intentar manejarlo todo por sí misma. Es importante aceptar la ayuda de los demás, ya sea para que te llenen la nevera de platos preparados o para que se encarguen de algunas tareas domésticas. Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino una forma de cuidar de ti misma para poder cuidar mejor de tu bebé. Recuerda que la maternidad es un trabajo en equipo, y está bien aceptar que no puedes hacerlo todo sola, sin embargo, tampoco debes seguir todos los consejos y pautes que de den los demás. Si de verdad te quieren ayudar lo harán sin condiciones y sin que te guíen en como comportarte como madre.
Las comparaciones son odiosas
En un mundo lleno de imágenes idealizadas de la maternidad, es fácil caer en la trampa de compararnos con otras madres. Sin embargo, cada familia es única y no existe un manual único para criar a un hijo. Es fundamental que te permitas ser tú misma y críes a tu hijo de la manera que mejor se adapte a tu vida y a tus valores. Tu hijo te ama tal como eres, con tus fortalezas y tus defectos. Lo importante es que ambos sean felices, no que sigas un estándar impuesto por la sociedad o por lo que ves en redes sociales.
De nada sirve perder la calma o gritar al bebé
Es fácil perder la paciencia cuando estás agotada y tu bebé no deja de llorar o no se duerme. Sin embargo, es crucial recordar que un bebé no puede entender lo que le dices, mucho menos cuando le gritas. Los bebés lloran porque es su única forma de comunicarse, y lo que realmente necesitan en esos momentos es tu amor y paciencia. Es normal sentirse frustrada, pero intenta buscar formas de calmarte y manejar el estrés, ya sea a través de la meditación, el ejercicio o simplemente tomándote un momento para respirar profundamente. Mantener la calma no solo te beneficiará a ti, sino también a tu bebé.
Prioriza lo importante. Deja las tareas del hogar
Cuando te conviertes en madre, parece que el tiempo nunca es suficiente. Entre cuidar al bebé, alimentarlo y atender sus necesidades, es fácil sentirse abrumada por las tareas del hogar. Sin embargo, es fundamental entender que no pasa nada si la casa no está impecable. La prioridad es el bienestar de tu bebé y tu propio descanso. Deja de lado la idea de que tienes que ser una «supermamá» que puede con todo. Si la casa se ensucia o la ropa se acumula, no te sientas culpable. Lo más importante es que aproveches cualquier momento libre para descansar y recargar energías.
Acepta a tu hijo tal como es
Como madres, es natural desear lo mejor para nuestros hijos, pero también es esencial recordar que cada niño es único. No todos los bebés alcanzan los hitos al mismo tiempo, y está bien. Lo más importante es que tu hijo sea feliz y se sienta amado por lo que es, no por lo que tú esperas que sea. En lugar de presionarte a ti misma y a tu hijo para cumplir con ciertos estándares, disfruta del proceso de ver a tu hijo crecer y desarrollarse a su propio ritmo. El amor incondicional que le brindes será la base de su felicidad y confianza.
Deja que tu hijo se ensucie
A muchas madres les preocupa que sus hijos se ensucien, ya que esto significa más trabajo en la colada. Sin embargo, ensuciarse es una parte crucial del aprendizaje y del desarrollo de un niño. Permitir que tu hijo juegue libremente, explore el mundo a su alrededor y experimente con diferentes texturas y elementos naturales es esencial para su crecimiento.
No acostumbres a tu bebé a dormir en tus brazos
Es comprensible querer sostener a tu bebé en tus brazos y disfrutar de su cercanía, especialmente después de darle de comer. Sin embargo, acostumbrar a tu bebé a dormir solo en tus brazos puede convertirse en un hábito difícil de romper. Es recomendable que, después de alimentarlo, lo coloques en su cuna para que aprenda a dormir solo. De esta manera, tu bebé asociará la cuna con el momento de dormir, lo que facilitará que desarrolle buenos hábitos de sueño y que tú tengas un descanso más tranquilo.
La lactancia no es igual para todos los bebés
Cada bebé es diferente, y lo que funciona para uno no necesariamente será adecuado para otro. Si tienes más de un hijo, es importante reconocer que la lactancia puede ser una experiencia distinta con cada uno. La leche que produces para un bebé mayor no es la misma que necesita un recién nacido. Es esencial estar atenta a las necesidades específicas de cada hijo y ajustar la lactancia en consecuencia para asegurarte de que tu bebé esté recibiendo la nutrición adecuada en cada etapa de su desarrollo.
Tómate un respiro
La maternidad es exigente, y habrá momentos en los que te sientas abrumada. Es importante reconocer cuándo necesitas un descanso y permitirte tomar un tiempo para ti misma. No hay nada de malo en pedir ayuda y en delegar responsabilidades, ya sea para disfrutar de unas horas sola o para simplemente desconectar. Cuidarte a ti misma no solo es esencial para tu bienestar, sino también para el de tu bebé, ya que una madre descansada y feliz puede brindar un mejor cuidado y amor a su hijo.
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