Bebés

La emotiva historia de Valentina: papá tiene una discapacidad y mamá es Down

En muchas ocasiones, llegan a nuestras manos noticias de bebés que sencillamente nos dejan con la boca abierta y que nos sorprenden. Y eso es lo que nos ha ocurrido precisamente con la historia que te vamos a presentar, una historia que, además, nos emociona y que nos hace acabar con prejuicios. Sí. Nos estamos refiriendo a la historia de Valentina, una pequeña brasileña absolutamente sana que tiene un papá con una discapacidad y una mamá que cuenta con Síndrome de Down.

Los protagonistas

Como ya te podrás imaginar, tres son las personas que se han convertido en protagonistas de la actualidad cuando se ha dado a conocer su existencia, la familia formada por:

¿Por qué ha saltado a luz esta familia?

Si hoy estamos hablando de la historia de esta familia es porque prácticamente es un caso único. Sí, pues sólo hay 50 casos más en todo el mundo y documentados de una mujer con Down que haya dado a luz y que su bebé haya nacido sano y sin ninguna clase de discapacidad. Y es que las féminas que tienen ese síndrome sólo cuentan con un 50% de posibilidades de quedarse embarazadas y, además, si lo logran el bebé que engendran cuenta con una probabilidad de entre el 25% y el 50% de que también sea Down.

Su emotiva historia

Años atrás hay que remontarse en el tiempo para conocer el origen de esta hermosa familia, que está en la escuela de la Asociación de Padres y Amigos de Niños Excepcionales (APAE) que existe en Brasil pues fue allí donde Fabio y Gabriela se conocieron y enamoraron. Sin embargo, al poco tiempo, el joven se marchó a otro colegio y su relación se rompió. Pero años después regresó y luchó por el amor de su ex novia, que en ese momento estaba con otro chico con Down.

Volvieron a ser pareja y se hicieron inseparables disfrutando del amor como en cualquier relación. Sin embargo, pronto se produjo una inesperada sorpresa: la joven empezó a aumentar de peso, lo que su propia madre (Laurinda) achacaba a que estaba comiendo más, hasta que un día saltaron las alarmas cuando Fabio dijo que el vientre de su novia le había dado una patada.

Rápidamente se llevó a la muchacha al hospital y así se pudo certificar que estaba embarazada de seis meses. Una noticia que a todos pilló por sorpresa pues pensaban que era casi imposible que pudiera engendrar.

Así comenzaron unos meses de preocupación y felicidad al mismo tiempo, que la gestante llevó perfectamente y que finalizaron en el momento en el que Valentina, un mes antes de lo previsto, llegó al mundo. Lo hizo completamente sana y sin heredar la discapacidad de su padre o el Down de su madre.

La alegría reinaba en la familia, aunque hubo un contratiempo. Y es que a Fabio se le impidió en un primer momento que pudiera registrar a la pequeña como su hija pues la justicia estableció que no tenía el raciocinio suficiente para ejercer ese rol de padre. No obstante, luchó por conseguirlo y así fue.

Un año después los jóvenes papás se casaron por lo civil teniendo como principal invitada a la ceremonia a su niña, que llegó al altar en brazos del progenitor.

Su vida

Como hemos mencionado al principio, la historia de esta familia es un claro ejemplo de que, en ocasiones, no hay que caer en prejuicios e ideas preconcebidas.

Valentina tiene ahora ocho años y vive junto a sus papás en casa de la abuela materna, situada en la localidad brasileña de Socorro. Y es que esta mujer es la que ha ayudado a Gabriela, que se hizo la ligadura de trompas después de la boda, a criar a la pequeña. Allí residen felices junto a dos hijos mayores de la citada abuela, que no duda en reconocer que es de admirar realmente la dedicación, el cariño y los cuidados que la pareja da a su hija.

En concreto, ha manifestado que disfrutan enormemente del cuidado de su pequeña, que ha crecido en un hogar lleno de felicidad y de amor, donde no hay cabida para los prejuicios, donde lo que realmente importa es la familia y donde día tras día se deja constancia de lo esenciales que son valores como la tolerancia y el respeto a los demás. Sólo así se puede vivir en armonía, valorando todo lo que se tiene y dejando de lado “el que dirán”.