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¿Cuánto dura la fase del no en los niños?

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Descubre cuánto dura la fase de negación de los niños
Blanca Espada

Entre los 18 meses y los 3 años, casi todos los niños atraviesan una fase caracterizada por una actitud gruñona y de oposición hacia sus padres y, más en general, hacia las figuras adultas de referencia, que se manifiesta en particular a través del aumento del «no» a cada petición que se le hace a los niños. Es la conocida fase de negación o fase del «no», así que veamos  cómo afrontarla mejor y también cuánto tiempo suele durar.

Cuánto dura la fase del «no»

Se trata de una fase de crecimiento muy importante, conocida precisamente como la «fase de negación en los niños», durante la cual el pequeño, a través del rechazo a las normas impuestas por los «grandes» y la intensificación de los caprichos o reacciones de ira , se hace un paso clave en el camino que lo llevará a reconocerse como un individuo con voluntad propia y una personalidad distinta a la de papá y mamá.

Debemos saber que esta carga transgresora es característica del grupo de edad señalado, entre el año y medio y los tres años, y está destinada a disminuir con el progreso de la maduración psicofísica de modo que ayuda a afrontar con mayor facilidad un período que muchas veces tiende a ser muy exigente sobre todo para la madre.

En cuanto a cuánto puede durar. Lo cierto es que dependerá mucho del bebé  y de sus circunstancias, pero generalmente no suele sobrepasar el periodo de los tres años. De hecho aunque en algunos casos suele comenzar a partir de los 18 meses, la mayoría de bebés la inician con los dos años hasta que tienen tres y además comienza la etapa de educación infantil.

¿Cómo manejar a un niño que siempre dice que no?

Aunque se conozcan los motivos de esta actitud del niño, no siempre es fácil conseguir no perder la paciencia y mantener el control, sobre todo ante escenas y rabietas especialmente intensas. Para reducir la frecuencia de los enfrentamientos es recomendable:

  • Reducir las reglas pero esperar que se respeten: si hay demasiadas prohibiciones será más difícil gestionarlas y la actitud transgresora del niño puede correr el riesgo de ser exasperada o, por el contrario, excesivamente frustrada;
  • No estar sometido al «chantaje» de la escena: «entregarse» al niño para evitar el bochorno de su reacción excesiva en público es un error muy común que, sin embargo, debe evitarse: de hecho, es un acto muy anti -comportamiento educativo y desorientador para el niño que, dentro de los límites impuestos por los adultos, inconscientemente busca (y debe encontrar) una contención tranquilizadora a sus impulsos. Si realmente no puedes soportar la incomodidad de una escena pública, es más adecuado encontrar un compromiso que evite sobrecalentar los tonos de la confrontación.

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