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Cuidados del bebé

¿Cómo identificar si tu bebé tiene la piel atópica?

¿Cómo identificar si tu bebé tiene la piel atópica? La piel es el órgano más grande del cuerpo y cumple funciones vitales como protegernos de las agresiones externas, regular la temperatura corporal y percibir el tacto. Sin embargo, a veces la piel puede sufrir alteraciones que afectan a su salud y bienestar. Una de ellas es la piel atópica, una condición crónica que se caracteriza por una mayor sensibilidad e irritabilidad de la piel, que provoca sequedad, enrojecimiento, picor y eccemas.

¿Cómo identificar si tu bebé tiene la piel atópica?

La piel atópica es muy frecuente en los niños especialmente en los bebés y en los lactantes,( se estima que entre el 10 y el 20% de los niños la padecen, y suele manifestarse antes de los 5 años de edad) y puede causarles molestias e incomodidad. Por eso, es importante saber cómo identificarla y cómo tratarla adecuadamente. Descubramos entonces cuáles son los síntomas y el tratamiento de la piel atópica en el bebé, así como algunos consejos para prevenir los brotes que suelen ser recurrentes en invierno, pero que pueden también aparecer durante el verano, cuando es más fácil que la piel se deshidrate.

Esta es una condición crónica que afecta a la barrera protectora de la piel, haciéndola más sensible e irritable. Aunque no es una enfermedad grave, puede causar molestias y afectar a la calidad de vida de los pequeños y sus familias.

Síntomas de la piel atópica

Los síntomas más comunes de la piel atópica son:

Los síntomas pueden variar según la edad del niño y la época del año. En general, se agravan con el frío, el calor, el sudor, el estrés, los alérgenos o los irritantes.

Tratamiento de la piel atópica del bebé

El tratamiento de la piel atópica tiene como objetivo aliviar los síntomas, prevenir las infecciones y evitar los factores desencadenantes. Algunas medidas que se pueden tomar son:

La piel atópica es una condición que requiere cuidados especiales y constantes para mantenerla bajo control. Sin embargo, con una buena prevención y un tratamiento adecuado, se puede mejorar notablemente la calidad de vida de los niños que la sufren.