Sin pena ni gloria

Sin pena ni gloria

En medio de no pocas guerras civiles y convulsos cambios de propiedad el Mallorca se mantuvo durante 16 temporadas en primera división entre 1997 y el 2013, una historia desconocida por los actuales dueños de sus acciones al intentar vendernos el cierre del último ejercicio como un hito. No es que la décima posición esté mal ni mucho menos, pero antes y después del cambio de siglo y aunque las hubo peores, también iguales o mejores.

Jagoba Arrasate , como buen vasco, cocinó un magnífico plato que, sin embargo, a la hora de degustarlo resultó pasado de sal y escaso de pimienta. En su descargo puede argumentar que nunca ha dispuesto de la materia prima más fresca y de calidad. Sin embargo tampoco la tuvo Javier Aguirre y añadió a su historial la suma de 50 puntos, tres más que ahora, y noveno en la tabla.

Esto no supone que el técnico de Berriatua, que tampoco ha visto a su anterior equipo, Osasuna, meterse en Europa, lo haya hecho peor que el mexicano. Por el contrario, significa que Pablo Ortells, director deportivo y tercera cabeza visible del club, pues la primera solo aparece cuando le interesa y la segunda y plenipotenciaria la ostenta el consejero delegado Alfonso Díaz, ha empeorado la plantilla temporada tras temporada a pesar de disponer de más presupuesto, al menos en teoría y si el contable jefe no se lo ha recortado.

Cuando en las entrevistas que se hace a si mismo Andy Kohlberg o, lo que es igual, en respuesta a las preguntas que supervisa antes, que redactan sus empleados, esos que el director financiero denomina su equipo, habla de la estabilidad basada en clasificarse en la primera mitad de la categoría, ignora que los resultados no son fruto de la casualidad y que, salvo pequeñas diferencias, responden a su relación con los presupuestos. El de su inversión en el Mallorca ha sido el undécimo, casi exactamente el que le corresponde. Pero, como en cualquier empresa, el término que más le gusta a su mano derecha que no conoce la izquierda, solamente la renovación constante y sin mácula garantiza la paz deportiva, al contrario que la social soportada exclusivamente por la mayoría accionarial que ostenta.

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