Josep Maria Pou recrea magistralmente a Roald Dahl en ‘Gegant’
Son más de dos horas de teatro en estado sublime en el Principal y sin necesidad de recurrir a los sofisticados efectos de la escenografía del siglo XXI
Es innegable que la pieza teatral de Mark Rosenblatt, Giant, ha llegado a los escenarios con todo el viento a favor, debido al paralelismo de la trama con la fuerte campaña antisemita por la intervención militar de Israel en la franja de Gaza, en respuesta a la terrorífica acción de Hamás en Israel.
Basado en hechos –vista la obra- escrupulosamente reales, Giant se ciñe a la controversia surgida al publicar Roald Dahl en Literary Review su crítica de God cried, el libro de Toni Clifton sobre los bombardeos de Israel, en Beirut Occidental, durante la guerra del Líbano el año 1983. Entonces se le criticó a Dahl de antisemita, mientras él aseguraba ser solamente antiIsrael. La trama se centra mayormente en este hecho y sobre las consecuencias en relación a las ventas de sus libros. Aunque también, el repaso de pruebas de imprenta de su libro, de aquel mismo año, Las Brujas, e incluso, ese nuevo rumbo de sus relaciones con Felicity Crosland, su amante, después de llegar el divorcio con la actriz Patricia Neal.
Son hechos centrados en las conversaciones con sus editores Tom Maschler (personaje real) y Jessie Stone (ficticio), ambos de origen judío. La obra es en realidad la reflexión sobre las consecuencias del escándalo en la comunidad judía estadounidense ligada fuertemente al mundo editorial.
Giant se estrenó en septiembre de 2024 en el Off West de Londres, que es el equivalente al Off Broadway, es decir, los escenarios donde se tantean las obras teatrales antes de tomarlas en consideración para el gran circuito. En abril de este año llegaba por fin al West End londinense y respetándose el reparto original. Saltó la sorpresa cuando Giant ganó tres premios Olivier: mejor obra original, mejor actor principal y mejor actor secundario.
Bastó este reconocimiento y las buenas críticas para que Broadway se fijase en la pieza teatral de Mark Rosenblatt, que se estrenará en Nueva York el mes de marzo de 2026. En el caso que nos ocupa, Josep Maria Mestres vio Giant en Londres y pensó de inmediato en Josep Maria Pou para el personaje de Roald Dahl. En el resto de papeles centrales están Pep Planas (Maschler), Victòria Pagès (Felicity) y Clàudia Benito en el papel de Jessie Stone.
La potencia expresiva de Josep Maria Pou se impone de inmediato al resto del reparto, que le secunda con un gran nivel en sus réplicas, mientras Pou atrapa al espectador, sin más, que de inmediato le identifica con Dahl. Son más de dos horas de teatro en estado sublime en el Teatro Principal y sin necesidad de recurrir a los sofisticados efectos de la escenografía del siglo XXI: una gran sala en la que todo va sucediendo, cuyo tamaño tal vez es un peculiar alter ego para el subrayado del gigantón físico que era el propio escritor.
Aunque me voy a permitir elegir otras consideraciones para justificar el título: Gegant en nuestro caso. Rosenblatt escribió esta pieza teatral para explorar el dilema de Roald Dahl al ser acusado de antisemita, buscando reflexionar sobre esa línea delgada entre el autor y su obra, convirtiendo de hecho la trama en un intenso debate de ideas y de posiciones, pero sobresaliendo sin descanso el gran temperamento de Roald Dahl hasta convertirle en figura controvertida en los años 80 y 90. Josep Maria Pou encarna magistralmente, ese carácter.
Sobre esta polémica, también se pronunció el filósofo judío, nacionalizado británico, Isaiah Berlin, que había tratado a Roald Dahl durante la II Guerra Mundial. Lo hizo con estas palabras: «Pienso que pudo decir cualquier cosa y pudo haber sido pro-árabe o incluso pro-judío. No hay una sola línea en su argumentación, consistente. Era un hombre que se guiaba por caprichos, lo que quiere decir que arremetía en cualquier dirección». Pou interioriza hasta tal extremo la personalidad de Dahl, que le llegan al público -aun sin conocerlas- estas reflexiones del filósofo judío. Ajetreado temperamento.
Interesantes los diferentes roles sobre las tablas. Pou encarna con inmensa fuerza la personalidad de su personaje, mientras Victòria Pagès transmite el cariño, la templanza y la comprensión de una amante que acabará siendo su esposa (ocurrió aquel mismo 1983). La confrontación se la van repartiendo a partes desiguales Pep Planas, en permanente tú a tú, y Clàudia Benito, que acabará siendo la víctima de una implacable ironía en boca de Pou-Dahl.
Volviendo al título. Giant, ¿por qué? No parece suficiente motivo apelar a las dimensiones corporales del personaje central. En cambio, sí al hecho de que Roald Dahl fue una figura enorme en la infancia de muchos. Sus libros alcanzaron en ventas los 300 millones de ejemplares. Entre sus libros más vendidos de literatura infantil está El gran gigante bonachón, que apareció en el mercado precisamente en 1982 siendo el gigante, arquetipo del adulto bonachón. Teniendo en cuenta que al final el Dahl teatral acaba aceptando que tal vez en efecto sea antisemita, reconociendo al gigante en el título se apela al gigante bonachón, que es manera de aceptar la tesis antisemita, sin necesidad de mayores argumentos, porque el bonachón de Roald Dahl lo dice en unos instantes en que Occidente se suma al antisemitismo.
Enhorabuena Josep Maria Mestres por elegir una obra y un cuadro artístico que enamora al público desde el primer momento por su enorme calidad y sobre todo porque Josep Maria Pou recrea magistralmente a Roald Dahl.
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