Docentes baleares con vocación de payasos sacan a Franco a pasear
La Assemblea de Docents ha mostrado su naturaleza payasa, en definitiva la única capaz de definirles
Ordenando papeles me encontré el otro día con dos orlas de muy especial significado para mí. Se trata de los diplomas debidamente validados, en los que se me reconoce como Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, promoción -la primera- de 1976. El otro diploma se refiere a mi condición de profesor, en el primer máster de Periodismo y Comunicación impartido el año 1991 por la Universidad de las Islas Baleares. A lo largo de mi vida profesional he frecuentado la radio, la prensa escrita y en menor medida la televisión, donde por cierto, estuve en el arranque de la programación propia de TVE en Baleares el año 1983, con mi espacio musical, Tramuntana. Siempre en los primeros pasos.
No es mérito propio, hay que decirlo. Simplemente, estuve en el momento en que todo estaba por hacer. Después ya nadie me llamó, desde el instante en que decidí dedicarme a la crítica, particularmente de las artes escénicas.
Tenía dos opciones: la primera hacerle caso al dicho ése de això és molt petit i tots ens coneixem, lo que implicaba no molestar a nadie porque todos nos conocemos. La segunda, optar por ser lobo solitario, consecuente con mis principios y no encuadrable en grupos. Tuve que pagar un alto precio, pero en absoluto me arrepiento de ello. Siempre fui fiel a mis principios.
He comido de la radio, que me daba estabilidad, aunque he disfrutado con la prensa escrita porque me permitía ser yo mismo. Pero como todo acaba pegándose, la radio echando la vista atrás me ha reportado grandes alegrías. Por ejemplo, cuando me eligieron para el máster de Periodismo de la UIB, decidí que mis alumnos acudieran a la cárcel para desarrollar un programa de radio colaborando con los presos de la emisora del centro penitenciario.
He colaborado la década de los 90 con el Centro Penitenciario de Palma y esa experiencia me ha dado la satisfacción de hacerle ganar a la prisión seis Premios Nacionales de Radio, convocados por Instituciones Penitenciarias. No ganamos más –quiero pensar- por poner punto final a esa colaboración.
En cuanto al máster de Periodismo, doy por cierto que me llamaron por mi cercanía con el vicerrectorado de Extensión Universitaria al dirigir durante dos años el programa de radio Temps de Campus, producido por la UIB y emitido en RNE de Baleares (1990-1991), y que de paso me permitió ir a Málaga invitado para explicar en un encuentro universitario la importancia de la radio universitaria, cuando en España nada se hacía al respecto. Tuve la oportunidad de observar en mis viajes a los EEUU la importancia de esta experiencia, que aplicada a Mallorca podría haber supuesto coordinar todas las radios municipales, para ofrecer producto cultural de calidad. No hubo suerte, e imagino que nunca la habrá, salvo sorpresas en el futuro.
En esas, llega la firma de presupuestos de la Comunidad Autónoma, gracias al acuerdo firmado entre el PP y Vox. Ya saben, ¡que viene la ultraderecha!
La izquierda toda ella, la extrema izquierda que es lo único que hay, se ha echado al cuello de los firmantes, con el mantra sabido: ¡vuelve Franco! Y para variar, la Assemblea de Docents ha mostrado su naturaleza payasa, en definitiva la única capaz de definirles. ¿Cómo lo han hecho? Pues acudir a las imágenes de un discurso de Franco de los años 40, falseando el audio y pronunciando alarmas, que, en efecto, les señalan: «Principio del fin de la bacanal amoral» o «acabar con la dictadura de las ideas nocivas que ejercen en las escuelas». Son tan payasos, mejor aún, tan gilipollas, que han puesto sobre la mesa sus cartas: la bacanal amoral y dictadura en las escuelas. Lo dicen ellos solitos, sin ayuda de agentes externos. Hay que ser gilipollas.
¡Lo dicen ellos solitos! Sin que nadie les fuerce. Son extravagantes artistas de circo y sin que les fuercen a ello. Recomiendo a Vox que se olvide de acusar sistemáticamente al PP. De la misma manera que recomiendo al PP dejar a un lado mirar a Vox por encima del hombro. Sólo será el encuentro de ambos partidos, capaz de enviar al ostracismo a la extrema izquierda que hoy nos gobierna. ¿Serán tan gilipós de no entenderlo? Probablemente.
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