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turismofobia

Barcelona, Málaga, Cádiz y Canarias se disputan los cruceristas que Armengol no quiere en Palma

Alfredo Serrano, director de la Asociación de Cruceros, subraya que ningún otro puerto de España impone estas restricciones

"Decir que contaminan es una broma con una profunda carga ideológica como afirmar que los cruceristas gastan poco"

"Al ser un turista de visita corta, el consumo del territorio, agua y residuos es menor y el gasto medio diario es de 90 euros"

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  • Indalecio Ribelles
  • Redactor de OKBaleares, información local de Palma, social y política. Antes, redactor en EL MUNDO/ Baleares durante 20 años.

Los puertos de las principales zonas turísticas de España (Barcelona, Málaga, Valencia, Cádiz, Vigo, La Coruña o Canarias) se disputarán los cruceristas que la presidenta del Govern, la socialista Francina Armengol, no quiere en Palma, tras el mazazo del Ejecutivo al turismo de cruceros, limitando la llegada de embarcaciones al Puerto de Palma a un máximo de tres. Como afirma el director en España de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros en España (CLIA), Alfredo Serrano, «ningún otro puerto de España» les ha propuesto esta medida.

El tripartito balear castiga así aun sector que aporta a Baleares más de 500 millones de euros anuales y 4.000 puestos de trabajo, alegando el supuesto impacto ambiental que provocan estas naves, algo que para, Alfredo Serrano,  es «una broma».

«Son mensajes con una profunda carga ideológica. Los cruceros son, con muchísima diferencia, el tipo de barco que está más avanzado tecnológicamente en lo que es la protección del medio ambiente y el que menos contamina. Utiliza los combustibles más limpios que hay en el mercado, y cada vez más, la flota está haciendo una transición hacia el gas natural licuado, incorporando tratamientos de aguas residuales que quisiéramos que se cumpliera en muchas partes del litoral balear», afirma Serrano.

Desde esta entidad se desmiente «por completo» el supuesto impacto ambiental que tienen estos buques, como vienen denunciando los socios independentistas de Més y Podemos del Govern presidido por la socialista, Francina Armengol, sin que estudio alguno lo avale.

«Hablar de los cruceros como algo que contamina cuando hay otras fuentes que están como están, es una broma» y más si tenemos en cuenta que esa limitación ya en vigor en el puerto de Palma «ningún otro gobierno autonómico ni puerto de España nos la ha planteado».

Detrás de esta negativa a secundar la iniciativa adoptada por el Govern balear está ,sin duda, el impacto negativo que tendrá para cientos de pequeños empresarios y comerciantes de Palma.

Hay que tener en cuenta que un crucerista en función de las horas o días de estancia que tenga en la capital balear, «tiene un gasto medio diario de 90 euros aunque depende del perfil de cruceristas, de mayor o menor poder adquisitivo, pero siempre es un turista de clase media y alta», precisa Serrano.

«No hay más que ver cuáles son los colectivos que en el caso de Mallorca se han movilizado para defender a los cruceros: comerciantes, guías turísticos y negocios de restauración. El turismo ‘low cost’ no está interesado, por ejemplo, en los guías, y menos aún, en uno oficial como hace una compañía de cruceros».

Por eso para Serrano «esa idea de que el crucerista es un tipo de turista que gasta poco, nace de esa misma caricatura fácil que hacen los que hablan de que los cruceros perjudican al medio ambiente».

«Es un turista que desembarca, se dispersa por Palma o por la Isla, hace una visita que a veces es corta, pero por eso, precisamente, el consumo de territorio es menor, consume menos agua, produce menos residuos y hace, desde luego, más gasto que cualquier otro turismo. No se si eso es mejor o peor, pero desde luego creo que no es malo», zanja Serrano.