Los vecinos de Lavapiés frustran un violento robo desde sus balcones durante el toque de queda en Madrid
Pasada la medianoche del viernes pasado un grupo de personas atacaron violentamente a un peatón del castizo barrio madrileño.
El toque de queda está dejando las calles de muchas ciudades desiertas y si bien es más fácil identificar a las personas que presuntamente están quebrantando el toque de queda impuesto en cada lugar también es una circunstancia que puede dejar indefensos a algunos viandantes al convertirse en el único objetivo visible de los delincuentes que suelen protagonizar robos con violencia. Por otro lado, los toques de queda también han servido para que las personas que se encuentran en sus domicilios mucho antes de lo habitual se conviertan en una suerte de apoyo a los patrulleros policiales que por definición no pueden estar en todas las calles a la vez, y menos en ciudades tan grandes como Madrid. Buena prueba de todo lo anterior quedó registrado en vídeo el pasado fin de semana en el barrio de Lavapiés.
El pasado sábado se juntaron todos esos ingredientes que se resumen en el vídeo de una vecina al que ha tenido acceso OKDIARIO y que ya se encuentra en poder de la policía para que forme parte de la acusación contra tres delincuentes muy habituales que se cruzaron en el camino de un peatón en el barrio de Lavapiés.
Pasada la medianoche del viernes 22, sobre las 00:30 horas de la noche, una vecina escuchó gritos en su misma calle. Lo que tiene la situación actual del toque de queda en lugares como Madrid es que el bullicio habitual de una zona como Lavapiés se ha visto reemplazado por un silencio sepulcral que permite escuchar prácticamente todo lo que sucede. Lo que la vecina se encontró prácticamente al pie de su ventana fue a tres tipos golpeando con violencia a un cuarto al que al parecer no conocían de nada. Otra de las consecuencias de la soledad de las calles es que apenas pasan personas que puedan intervenir o hacer desistir a los delincuentes de sus intentos de robo bien sea a personas o a establecimientos, y en la secuencia se aprecia bien esto. Pese a que el inicio de la agresión la protagonizaron tres delincuentes dos de ellos se marchan de la escena en cuanto comienzan a escuchar a la vecina que graba la secuencia decirles que está captando la escena y que la Policía está en camino. No es un farol porque mientras les grita que dejen en paz al chico al que están atacando se oye de fondo la voz de otro chico dando indicaciones a la sala del 091 de lo que está sucediendo.
«¡Lo están apuñalando!»
Sin embargo, pese as que dos de los atacantes se asustan, un tercero continúa literalmente enganchado a la víctima a la que mantiene inmovilizada en el suelo. La persona que graba la escena percibe tanta violencia que en un primero momento se la escucha gritar “¡están apuñalando a ese chico, que alguien haga algo!”. Tan grave le parece lo que está viendo que incluso llega a afear a dos peatones que pasan ante la escena que sigan su camino sin intentar ayudar al joven que está siendo agredido en la acera de Lavapiés.
Finalmente son otros peatones los que se quedan cerca de la escena al apreciar que ambos hombre permanecen en el suelo y que, afortunadamente, no media ningún arma blanca en la agresión, sino que el joven agredido ha sido golpeado pero a su vez ha conseguido retener al tipo que le está golpeando consciente de que la policía está a punto de llegar de un momento a otro.
Y así sucede, y es importante destacar este hecho, porque en apenas tres minutos se planta en la escena un ‘Z’ del Cuerpo Nacional de Policía que al activar sus indicativos sonoros y luminosos hace que el agresor quiera huir, pero ahí sí, otros peatones y el chico agredido evitan que lo haga y es detenido por los agentes. La primera sorpresa llega al comprobar a qué vino tanta violencia: la cartera y el móvil, todo por un palo que con suerte podía llegar a los 100 euros a expensas de lo que llevara encima la víctima. La otra sorpresa, tan desagradable como habitual, se la llevaron los policías del coche patrulla que, tras detener a los tres agresores, a los dos que huyeron los trincaron cerca del lugar, y comprobar sus identidades. Para empezar los agresores eran dos hombres de 20 y 22 años y otra persona más de 39. Los más jóvenes tenían pendientes 10 órdenes de detención, pero es que al de 39 le constan 120 detenciones en su ficha policial. Todos habituales de Lavapiés. Los dos primeros, ecuatorianos de origen, y el tercero, de Senegal, pasarán en breve ante el juez. Veremos dónde acaban la semana.
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