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Dos abuelos se disfrazan de osos polares para poder ver a sus nietos en Navidad

Llevaban nueve meses sin tener contacto físico con su familia.

  • Sara Caro
  • Redactora en OkDiario. Podrás leerme en la sección de Recetas, ¿Cómo se hace?, Trending Topic, Consumo y Lotería de Navidad.

La pandemia por el coronavirus ha provocado que muchas familias hayan estado separadas durante la Navidad, especialmente en las que hay abuelos y niños de por medio para preservar su salud y seguridad. Pero parece que no todos los abuelos se han resignado a estar un tiempo sin ver a su familia. Algunos han usado la imaginación para poder ver a sus nietos y seguir mirando por su salud.

Este es el caso de Barbara y Clive Walshaw, una pareja de abuelos que no podía pasar más tiempo separada de sus nietos. Es por eso por lo que decidieron comprar algunos disfraces hinchables con forma de oso polar para poder visitar a su familia. Los ancianos pudieron disfrutar así de sus nietos en Navidad después de nueve meses separados por la crisis de la COVID-19.

Los dos abuelos habían permanecido en su casa de West Yorkshire desde el día 1 de marzo. Desde entonces, no habían tenido contacto físico con ninguno de sus nietos, algo que no aguantaron mucho más tiempo, a pesar de que tenían pensado realizar una reunión navideña a través de la plataforma de Zoom.

Barbara fue precisamente la que encontró los disfraces de oso polar por internet y la que decidió comprarlos para poder sorprender a sus nietos. «Son las mejores 15 libras esterlinas que he gastado en mi vida», ha comentado Barbara al medio Daily Mail.

Cuando los niños vieron dos osos polares en la puerta de su casa no podían creer que fueran sus abuelos, los mismos que llevaban nueve meses sin ver. Ni Barbara ni Clive quería poner en riesgo la salud de sus nietos, por lo que no han actuado hasta estar seguros de que el disfraz los protegería a todos.

«Queríamos tener cuidado porque si nos poníamos mal, no seríamos solo nosotros los que estuviéramos mal, los chicos se sentirían responsables de ello. Pero el vestuario funcionó muy bien. Totalmente cerrado. Creo que fue la mejor idea que he tenido».

El esperado reencuentro duró seis minutos en los que hubo tiempo para las risas, los abrazos y los llantos. Neil Walshaw, hijo de los abuelos, explicó que este «fue un momento que los niños nunca olvidarán y que los mantuvo emocionados todo el día». Y no solo porque dos osos polares de dos metros aparecieran en la puerta de casa, sino porque eran sus abuelos los que estaban debajo de ese original disfraz.