AGRESIONES SEXUALES

La colección de ropa interior de sus víctimas, prueba clave contra el abusador sexual de Huelva

entrenador Huelva
Las bragas que le arrebataba a sus víctimas, prueba clave contra el entrenador detenido por agresión sexual

El entrenador de fútbol femenino y técnico de instalaciones de la Universidad de Huelva, de 62 años y detenido el pasado 9 de enero, guardaba prendas íntimas de las víctimas de sus agresiones sexuales en su taquilla.  Los policías encontraron una gran cantidad de prendas íntimas deportivas, las mismas que usaba según las víctimas para atraerlas al almacén y que se cambiaran ante él durante episodios que incluían tocamientos e incluso presuntas agresiones sexuales.

Acusado de agredir al menos a cuatro menores de 16 años, jugadoras de los equipos de fútbol que entrenaba, el investigado se ha negado a declarar como ya hizo en sede policial, por lo que se ha ratificado su permanencia en prisión provisional. La abogada de las familias afectadas, la letrada Patricia Catalina, había solicitado que se mantuviera al acusado en prisión por el riesgo inherente de fuga, pero también porque el acusado podría coaccionar o amenazar a las víctimas que ya han denunciado o las que lo harán en un futuro, para que cambien su testimonio.

Además de la petición de la acusación que representa la letrada Patricia Catalina, el juzgado que investiga la causa ha tenido en cuenta la gran cantidad de pruebas reunidas por la Policía en contra del detenido. Entre ellas la extensa colección de ropa íntima de menores que la Policía halló durante el registro del despacho/almacén del detenido en la Universidad de Huelva.

Los agentes también encontraron bragas de las menores, que les arrebataba o directamente se quedaba y guardaba colgadas dentro de su taquilla como si fueran trofeos. Precisamente, una de las denunciantes ha reconocido como suya una de las prendas, e incluso identificado otras prendas propiedad de otras jugadoras del equipo.

La denuncia que ha sacado a la luz los presuntos abusos tuvo lugar en la madrugada del pasado nueve de enero. Una de las jugadoras tuvo que ser asistida en las urgencias de un hospital por un ataque de ansiedad y durante el reconocimiento médico mencionó la causa: los presuntos abusos del entrenador y el acoso al que la sometía en las redes sociales y por mensajería telefónica.

El modus operandi que relataba la primera víctima era similar al de una segunda, que redundaba en los hechos que cometía el entrenador sin consentimiento y las frases fuera de tono que dedicaba a las menores como «me encanta tu cuerpo, te voy a poner desnuda frente a una espejo para que lo veas».

El entrenador fue detenido sólo unas horas después, a las nueve de la mañana de ese día en la puerta de acceso a un centro universitario. Tras la detención siguió la lluvia de denuncias de más víctimas de presuntos abusos.

La Policía habla en las diligencias de «un mismo patrón» que, según las víctimas, se repite desde el año 2016. Era un secreto a voces, pero las víctimas no se atrevían a denunciar por vergüenza o por perder su puesto en el equipo si no se prestaban a que el presunto abusador les diera masajes que incluían según los relatos, tocamientos en los genitales, frases soeces, e incluso coacciones y amenazas.

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