Íñigo Onieva confiesa por primera vez lo que todos se preguntan sobre Tamara Falcó: «Me falta…»
La marquesa de Griñón confía plenamente en su marido, a pesar de los rumores
Íñigo Onieva ha mandado un mensaje que demuestra en qué punto se encuentra
El matrimonio ha recibido muchas críticas, pero ha decidido salir adelante
Ha preferido mantenerse siempre en un discreto segundo plano, pero Íñigo Onieva ha decidido por primera vez abrir la puerta a su faceta más personal. Lo ha hecho en una entrevista para el portal gastronómico Metrópoli, aprovechando el primer aniversario de Casa Salesas, el restaurante que consolidó su faceta como empresario. Durante esta charla ha dado respuesta a la pregunta que todo el mundo se hace sobre su mujer, la marquesa Tamara Falcó.
El empresario reconoce que su relación con la prensa ha sido una de las partes más difíciles de asumir desde que inició su historia de amor con la marquesa de Griñón. Desde que salieron a la luz sus primeras imágenes juntos, el acoso mediático ha sido constante. Y, aunque ha intentado llevarlo con naturalidad, Onieva admite que no ha sido fácil adaptarse a esa nueva dimensión pública. «Me falta salero para lidiar con la prensa. No se me da muy bien», confiesa con honestidad. Unas palabras que reflejan su incomodidad ante la exposición mediática, sobre todo cuando se siente invadido en su intimidad por fotógrafos o reporteros en momentos delicados.
Tamara Falcó, marquesa y consejera
Aunque Íñigo Onieva prefiere no convertir su vida personal en un espectáculo, no oculta el papel tan relevante que Tamara ha tenido en su crecimiento profesional. Casa Salesas no es solo una apuesta empresarial, sino también el resultado de una colaboración muy estrecha entre ambos. La aristócrata, ganadora de MasterChef Celebrity y diplomada en Le Cordon Bleu, no solo aportó ideas, sino que se implicó activamente en el desarrollo inicial del proyecto gastronómico. Según explica el propio Onieva, ella participó en casi todas las pruebas de menú y su visión culinaria fue decisiva para dar forma a la oferta gastronómica del local.
Más allá de su implicación puntual, Tamara ha sido una inspiración constante. Onieva no oculta el entusiasmo cuando habla de lo que comparten a nivel gastronómico, una pasión que se ha convertido en uno de los ejes de su vida en común. Para él, la cocina no es solo una afición ni un negocio: es también una forma de conexión con su mujer. El hecho de que ella domine ese terreno ha sido un vínculo muy especial desde el inicio de su relación, y una de las razones por las que comparten tantos momentos en torno a los fogones.
La nueva vida de Íñigo Onieva
Lejos de los focos y más centrado en su día a día como empresario, Íñigo Onieva asegura que está atravesando una etapa de plenitud. Siente que todo está en armonía: sus proyectos profesionales, su vida familiar, el deporte y su rutina diaria. Define este momento como el más completo que ha vivido, y no duda en señalar a su entorno, especialmente a su esposa, como parte esencial de ese equilibrio. El matrimonio, que comenzó su andadura entre rumores y miradas constantes de la prensa, parece haberse asentado en una complicidad real y estable.
La vida que lleva ahora dista mucho del revuelo mediático de sus comienzos. Onieva ha preferido centrarse en sus negocios y dar un paso al margen de los titulares, sabiendo que su pareja, por su notoriedad pública, continuará siendo una figura observada. En ese contexto, ha optado por mantener un perfil bajo, enfocarse en sus retos profesionales y dejar que su trabajo hable por él.
El lado oculto de la fama
La incomodidad de Íñigo Onieva con las cámaras es evidente y lo asume con naturalidad. «Cuando veo a un periodista, sobre todo de la prensa sensacionalista o paparazzi, que me pilla en un momento de privacidad, no me gusta», admite con rotundidad.
Estas palabras reflejan la tensión constante que vive al saberse observado, incluso cuando su intención es mantenerse alejado del ruido. A diferencia de su esposa, que ha sabido desenvolverse con soltura ante la atención mediática desde joven, Onieva no se siente cómodo con ese papel. Sin embargo, lo asume como parte de las circunstancias, consciente de que su vínculo con una figura tan conocida como Tamara le obliga a convivir con esa exposición, aunque no sea un terreno en el que se sienta especialmente hábil.
En este punto de su vida, Íñigo Onieva ha aprendido a aceptar con serenidad tanto las luces como las sombras de su situación. Si bien no disfruta de la atención mediática, se muestra agradecido por el resto de aspectos que conforman su día a día: un matrimonio consolidado, un restaurante de éxito, nuevos proyectos por delante y una vida estructurada en torno a la rutina y el esfuerzo. Esa madurez es la que le ha llevado a dar este paso, controlado y medido, para compartir una parte de sí mismo con el público.
Sin buscar titulares llamativos ni declaraciones grandilocuentes, Onieva ha demostrado que se puede hablar con honestidad sin necesidad de alimentar el espectáculo. Su entrevista marca un punto de inflexión en su relación con los medios: no como una estrategia para hacerse más visible, sino como una forma de poner voz a su presente. Un presente que, por ahora, le hace sentirse en paz.
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