Dificultad para hablar, tragar o respirar son los principales síntomas de botulismo
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Un total de 67 casos de botulismo se han detectado en Europa tras haberse sometido estas personas a operaciones de cirugía estética en Turquía. Una alarma sanitaria que de nuevo vuelve a poner sobre la mesa la necesidad de nuevos controles sanitarios para evitar esta situación que en muchos casos puede ser grave.
El director del Máster Oficial en Epidemiología y Salud Pública de la Universidad Internacional de Valencia, Vicente Andreu Fernández, ha destacado que los principales síntomas son la debilidad y la dificultad para hablar, tragar o respirar; si bien a estos se le añaden otros en función del tipo de enfermedad.
Por otra parte, el Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) anunció esta semana que las autoridades turcas han clausurado los servicios de dos hospitales implicados en el brote de botulismo y han abierto investigaciones para esclarecer lo sucedido.
«Se conocen 7 tipos de toxina botulínica, siendo los tipos A, B, E y F los que generan efectos graves sobre el sistema nervioso humano»
A través de un comunicado, el ECDC ha elevado a 67 los casos de botulismo (53 en Turquía, 12 en Alemania, uno en Austria y otro en Suiza) en Turquía. Todos los pacientes fueron sometidos a intervenciones médicas entre el 22 de febrero y el 1 de marzo destinadas a ayudarles a perder peso con inyecciones gástricas de toxina botulínica.
Patología poco frecuente
El botulismo es una patología poco frecuente de tipo infeccioso provocada por neurotoxinas producidas principalmente por la bacteria ‘Clostridium botulinum’. «Se conocen 7 tipos de toxina botulínica, siendo los tipos A, B, E y F los que generan efectos graves sobre el sistema nervioso humano», ha explicado Andreu.
La enfermedad es producida de forma natural, al ser transmitida por alimentos o heridas, como son el caso del botulismo intestinal, infantil o del lactante, que constituyen los tres tipos de botulismo más comunes. Sin embargo, este puede ser originado de forma no natural, por inhalación (liberación de toxinas en aerosoles); así como por efectos adversos o problemas al administrar la toxina durante tratamientos clínicos o estéticos.
«Esta se conoce como botulismo iatrogénico, y es la variante de los casos reportados en Europa en los últimos días en pacientes sometidos a tratamientos para adelgazar con inyecciones intragástricas de neurotoxina botulínica (BoNT), debido a la inyección de una dosis excesiva de la toxina», aclara el experto.
A través de un comunicado, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades ha informado de al menos 67 los casos de este tipo de botulismo (53 en Turquía, 12 en Alemania, uno en Austria y otro en Suiza) en Turquía. Todos los pacientes fueron sometidos a intervenciones médicas entre el 22 de febrero y el 1 de marzo destinadas a ayudarles a perder peso con inyecciones gástricas de toxina botulínica.
Si bien la mencionada sintomatología general incluye debilidad y dificultad para hablar, tragar o respirar, el botulismo iatrogénico también presenta otros más graves, como dolor de cabeza, visión borrosa, parálisis facial, párpado caído, pérdida de reflejos y sequedad de boca. «En los casos más graves se muestra dificultad para respirar e incluso la muerte», advierte Andreu.
Por otro lado, el botulismo por alimentos manifiesta además náuseas, visión borrosa, vómitos o diarreas y, en el caso del intestinal, estreñimiento y pérdida de apetito.
¿Hay tratamiento?
Por lo general, los síntomas relacionados con las inyecciones de toxina botulínica por motivos estéticos mejoran a medida que el cuerpo absorbe la toxina. «No obstante, el tratamiento habitual dentro de las primeras 48 horas es la administración intravenosa de antitoxina botulínica, que evita o reduce el daño del sistema nervioso y el acceso a unidades de cuidados intensivos si se observa insuficiencia respiratoria», ha asegurado.
El director del Máster Universitario en Bioética de la misma universidad, Salvador Mut, advierte de que «la antitoxina, aunque es capaz de inactivar la toxina botulínica y de evitar que produzca más daño al organismo, no repara el daño que ya haya sido causado por la toxina botulínica». Coincide con Andreu en que el tratamiento de los casos más graves requiere el ingreso hospitalario y de cuidados intensivos si fuera necesario.
Para la variante de botulismo infantil o del lactante, se administra la inmunoglobulina botulínica. «En el caso del botulismo por alimentos, en especial, en alimentos que van a ser conservados, la principal recomendación es hervir los alimentos durante 10 minutos para eliminar la toxina botulínica», aconseja Andreu. Sin embargo, ante un caso de botulismo alimentario, el tratamiento puede ser el vaciado del aparato digestivo al provocar el vómito. Si se trata de botulismo por herida, puede ser necesario retirar el tejido infectado en una cirugía.
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