Opinión

Los sediciosos eran simples «lobitos»

  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

Después de medio siglo de incomparecencia del Estado en Cataluña, al igual que en el País Vasco, resultó que el pasado 12M, se demostró que en esa tierra permanente e históricamente irredenta, el constitucionalismo existe, y no lo escribo por los resultados obtenidos por el PSC de Illa y de Sánchez que se mimetizan en muchísimos casos con los postulados secesionistas.

¡Imaginénse si España y su Estado no hubieran desaparecido motu proprio al inicio de la Transición! Fue enternecedor ver esa noche de primavera a las huestes de Oriol Junqueras lloriqueando como monjitas descompuestas; fue impagable observar la cara compungida de un trinkador de la política, un tal Rufián, comprobar cómo su acercamiento y chupe de botas al sanchismo ha dejado a ERC más tocado que a José Luis Äbalos sin ministerio. No me extraña que Figo ande descojonándose por todas las esquinas al ver y comprobar cómo su mayor enemigo Rufián, el charnego, se debate entre la vida y la muerte política.

La guerra cainita que parece devorar a los separatistas de izquierda (algo inaudito en el mundo) es la consecuencia de jugar con Sánchez. Éste todo lo que toca lo acaba derritiendo y que se lo pregunten al bueno de Pablo Iglesias. Como gestores en el Gobierno autónomo catalán han demostrado (no es la primera vez) que les viene grande. La política la entienden como un estado permanente de conspiración entre ellos mismos, cosa que está ocurriendo ahora, y el resultado es que los catalanes les han mandado a paseo. Al primero al tal Pere Aragonés que, sin duda, está pensando en regresar a sus ancestros políticos porque hay que saber que es el hijo y nieto de los fundadores de Alianza Popular (ahora PP) en Cataluña en aquellos años del fundador Manuel Fraga.

Ya les derrotó Inés Arrimadas y, desgraciadamente para España, no supo administrar aquella gloriosa victoria de la extinta formación naranja. El domingo pasado lo que se ha demostrado en Cataluña es que hay espacio y ocasión para revertir la deriva secesionista. Si los constitucionalistas hubieran presentado lista única se hubieran convertido en tercera fuerza (insisto, el PSC navega fuera del constitucionalismo) y desde esa trinchera plantar cara al leviatán.

Pese a todo, continuarán en busca de su independencia imposible. Perseguirán su sueño equinocial por otras maneras. Llevan en ello más de cinco siglos. No terminan de entender que España existe y con un poco de suerte seguirá existiendo en Cataluña. Simplemente hay que presentarse a la hora en que se convoque el partido.