¡Qué vergüenza, Montero. Qué vergüenza!

¡Qué vergüenza, Montero. Qué vergüenza!

Irene Montero ha salido al ruedo parlamentario parapetada tras el capote de la demagogia. Nada nuevo bajo el sol si no fuera porque esta vez se trataba de algo tan serio como una moción de censura. Ya sabemos que los dirigentes de Podemos son especialistas en criticar a los demás sin mirar en su propia casa. El hábito de protestar te hace inmune a la autocrítica, una virtud de la que carecen los populistas y que debería ser requisito de obligado cumplimiento para toda la clase política.

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