Opinión

Por qué no todos tenemos una «feliz» Navidad

Cuando se habla de la Navidad, más allá de su significación afectiva, desde el punto de vista neuronal, se produce en nuestra cabeza una especie de explosión desde el momento en el que algunas neuronas buscan establecer comunicación con otras a través de impulsos eléctricos (sinapsis). Hoy sabemos que las neuronas se comunican, pero aún no sabemos el por qué eligen algunas neuronas o por qué descartan otras.

Esta comunicación busca establecer una correspondencia entre la palabra pensada y las vivencias de la misma asociadas a recuerdos, personas, experiencias, emociones, sentimientos, etc., que se traducen en información (datos) que vamos almacenando a lo largo de nuestra vida en ese gran algoritmo que es nuestra mente.

Y ésta es justamente la razón por la cual la Navidad, que en la mayoría de los casos apela a la felicidad, no es igual para todas las personas. Del mismo modo que existen algunos que ponen el árbol desde noviembre y van a trabajar con el gorro de Papá Noel, a otros estas fechas les resultan indiferentes y, para muchos otros, pueden ser signo de dolor, soledad, rabia, ansiedad, etc.

Lo normal sería que el día de Navidad yo escribiera una bonita columna plagada de buenas intenciones, felicidad y alegría por estas fiestas (sesgo). Sin embargo, este año me gustaría hackear mi cerebro escribiendo para aquellos que por ciertas razones (algunas mencionadas abajo) no podrán celebrar una «feliz» Navidad.

Por ello, me permito hacer una lista de personas que no son mi familia, ni amigos ni cercanos, pero que por empatía y solidaridad me gustaría mencionar.

Tal vez se me escapen muchas personas y situaciones, tal vez la lista sea interminable, pero éste es un pequeño homenaje a aquellos que sufren y que aunque no conozco merecen todo mi respeto, solidaridad, cariño y empatía.

La única forma de luchar contra las máquinas es siendo completamente opuestos a ellas, y eso implica estrechar nuestros lazos de amor, solidaridad, respeto y empatía por el otro.

De seguir con esta apatía y precariedad humana por la que nos lleva la vida digital y las redes sociales, dentro de muy poco las máquinas seremos nosotros.