Por qué se cargaron a Egea y de paso a Casado
Han pasado tan sólo cinco meses desde que el equipo de Pablo Casado fue apeado abruptamente del poder en el primer partido de la oposición. Casado se sumió voluntariamente en el silencio, renunciando al escaño y a otros ofrecimientos planteados por su sucesor Núñez Feijóo. Ese apartamiento oscurecido tiene también un rictus de dignidad. El que fuera su secretario general y principal causante de aquel maremoto, Teodoro García Egea, el simpático murciano de las aceitunas, el hombre que siempre presumió de su ingeniería, permaneció en la mamandurria y aún la acrecentó.
Lo anterior tiene que ver con el papelito que esta semana ha filtrado La Moncloa –diario El País como es de natural y habitual- conteniendo la firma del mencionado Teodoro comprometiendo al Partido Popular a una renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el objetivo sanchista más acariciado desde que se encaramó al poder. La firma se estampó cuando hacía ya mucho tiempo que el presidente del Gobierno, espoleado por sus socios de todo tinte y condición, tenía claro que había que poner un cordón sanitario a todos aquellos jueces, fiscales y magistrados que no pasaron por su dogal. Aún así, García Egea firmó. Ahora, la parte contratante, es decir, el Gobierno recuerda la firma y exige su cumplimiento.
Si afirmo que la misma se produjo sin contar con la aquiescencia total por parte del que era primer ejecutivo del partido alguien dirá que escribo de parte. Podrían no llevar razón. El diputado popular hizo muchas cosas por su cuenta y condición. Gustaba de verse agraciado con arrumacos sanchistas y aún procedentes de la podemia. No estoy diciendo que actuara de mala fe; digo que aquello fue un frivolidad como otras muchas. Era muy joven y ello tampoco exime de ninguna culpa.
A la política, bien lo saben en las grandes democracias serias del mundo, hay que llegar experimentado y con bagaje y que el adversario (en este caso, enemigo declarado) no te tome como el pito de un sereno. El mismo secretario general del PP pactó con el Gobierno los cambios en RTVE y se la metieron doblada: fue peor el remedio que la enfermedad provocada por la señora Rosa María Mateo.
Me da la sensación y la información que los sucesores de García Egea se han enterado del papelito esgrimido por Bolaños –más peligro que Rubalcaba aunque sin su talento político extraordinario- cuando el diario gubernamental lo ha distribuido.
¡Vivir para ver!
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