El PP y la moción de censura

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A veces no nos acordamos de lo que no queremos. Mañana se cumple un año de la moción de censura que Cs planteó en el Parlamento de Cataluña, con el apoyo del PP, contra el hoy inhabilitado expresidente de la Generalidad, Quim Torra. Sólo un año y ya no recordamos las palabras que el líder de los populares catalanes, Alejandro Fernández, dirigió al socialista Miquel Iceta recriminándole la abstención de los del PSC: “No existe un punto intermedio entre democracia y desobediencia. Su aceptación pasiva no tiene justificación; ni política ni ética”, tachando de inadmisible la abstención de los socialistas. Tan solo ha pasado un año y ya se nos ha olvidado que el argumento utilizado por los socialistas para abstenerse, pese a considerar que “hay razones para censurar a Torra”, fue que se trataba de una “operación política fracasada antes de empezar” y una “operación propagandística de un grupo que está asediado por las encuestas”. ¿A qué nos suena? En realidad, los números no salían, los 36 escaños de Cs unidos a los 4 del PP no llegaban a la mayoría de 76 que iban a votar en contra ni aunque se hubieran sumado las 17 abstenciones del PSC.

Pero pese a estar condenada al fracaso, el PP votó a favor de aquella moción de censura presentada por Cs contra Torra porque «cambiar de gobierno es urgente», dijo Alejandro Fernández. La candidata en aquella ocasión, Lorena Roldán, pronunció en sus diversas intervenciones, frases que también conviene recordar hoy. Como cuando a Iceta le dijo que «esta no es una cuestión de números, es una cuestión de decencia moral» y que «hoy podría haber sido un día de unión y ustedes lo han convertido en un día triste para el constitucionalismo» y al del PP, agradeciéndole su apoyo, le dijo que la moción de censura «no va de siglas o partidos, sino de trabajar juntos para la convivencia y la libertad». Cuánta razón tenían ambos.

Por eso cuesta tanto entender las palabras de José María Aznar, que ayer dijo que él “votaría que no” a la moción de censura presentada por VOX, no porque “no haya razones” que la justifique, sino porque “está condenada al fracaso” y se trata una iniciativa “absolutamente inoportuna” que solo servirá para “consolidar a la coalición existente” en el Gobierno y para “consolidar el proceso de fragmentación en el centroderecha en España”. Tan difíciles de entender como la posición del propio Pablo Casado, que en vez de debatir sobre los argumentos de VOX en su moción de censura contra el Gobierno socialcomunista y haber negociado un candidato, parece convencido de que la moción se presenta contra él, para ponerle en la tesitura de votar a favor de una moción sobre la que se negó a negociar desde el primer minuto, igual que hace un año votó a favor de la moción de Cs contra Torra. Contra Torra, sí, pero contra Sánchez e Iglesias… ¿no?

Hay que volver a leer las palabras pronunciadas en Cataluña tanto por los del PP como por los de Cs hace sólo un año, porque siguen valiendo para hoy. Como dijeron entonces cambiar de Gobierno es urgente, esto no va de siglas o de partidos, no es una cuestión de números, sino de decencia moral. Ha dicho Esperanza Aguirre que «no hay gobierno más censurable en todo el mundo que el de Pedro Sánchez» y por si no fuera suficiente la nefasta gestión sanitaria y económica de la pandemia, con los peores resultados del mundo en ambos aspectos, en las últimas semanas hemos visto a varios miembros del Gobierno atacando al Jefe del Estado como nunca antes en toda la democracia había ocurrido, hemos sufrido a Pedro Sánchez traicionando por la espalda a Isabel Díaz Ayuso en prejuicio de todos los madrileños y hemos observado como ha sido imputado por malversación y administración desleal el partido socio del Gobierno y toda su cúpula. Con todas esas razones, la inmensa mayoría de los demócratas constitucionalistas no entenderíamos que el PP se abstuviera y que Sánchez saliese reforzado gracias al voto de los de Casado.

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