Opinión

María Guardiola obedece instrucciones

Para las próximas elecciones generales, Badajoz ha perdido un diputado a favor de Valencia, por la variación de población en cada provincia. Así, la Comunidad Valenciana, con 5 millones de habitantes, tiene ya 33 diputados en el Congreso, mientras que, con 1 millón de habitantes, Extremadura tiene 9. Hasta el surgimiento de los nuevos partidos, los diputados extremeños se repartían entre PSOE y PP que, como mucho, se jugaban un diputado cada uno. Desde que surgieron Ciudadanos, Podemos y Vox, la diferencia ha llegado a ser de 2 arriba o abajo. Muy poca cosa comparada con lo que ocurre en la Comunidad Valenciana, donde el PP ha llegado a perder 11 diputados y el PSOE, 8.

Me van a perdonar ustedes este tremendo tostón de datos, pero me resultan imprescindibles para arrojar un poco de luz sobre el guirigay que María Guardiola ha formado en Extremadura, dinamitando cualquier esperanza de que el gobierno extremeño se pueda configurar antes del 23 de julio. La líder del PP extremeño lo es solo desde hace menos de un año. En julio de 2022 se celebraron unas primarias a las que no se presentaba José Antonio Monago, que había dirigido el partido hasta entonces. El que a todas luces parecía el líder natural que debía sustituir a Monago era Fernando Pizarro, el alcalde de Plasencia que ha conseguido este año su cuarta mayoría absoluta. Pero la intervención de Alberto Núñez Feijóo, que llevaba desde abril al frente del Partido Popular, hizo que Pizarro retirase su candidatura para que María Guardiola, hasta entonces simplemente concejal de Cáceres, fuera la única candidata.

Pese a ello, Guardiola dice que es libre de tomar sus propias decisiones y acusa a VOX de controlar desde Madrid lo que hacen en Extremadura. También en esto miente. Todos recordamos la entrevista que Ana Rosa Quintana le hizo a Feijóo el 1 de junio, en la que el líder del PP confirmó hasta en dos ocasiones que mantenía su oferta al PSOE para que gobierne la lista más votada, incluso aunque esta decisión le costase a su partido sacrificar el gobierno de Extremadura, donde el más votado ha sido el socialista Guillermo Fernández Vara. Pero en Extremadura, Feijóo sabe que sólo se está jugando 2 diputados como mucho, mientras que en Valencia se juega 11 o 12 y claro, no es lo mismo. Por eso, el Partido Popular ha firmado un gobierno de coalición en Valencia con Vox, el partido con el que la extremeña dice que no puede gobernar porque es machista, racista y homófobo.

Antes he escrito que lo de que a Guardiola le dejan tomar sus decisiones libremente es solo una de sus mentiras, porque hay muchas más. El mismo discurso en el que acusa a Vox de todas las barbaridades que se le ocurren está plagado de embustes populistas y simplificaciones de trazo gordo copiadas de lo que se escucha en los medios de comunicación de izquierdas, que son por los que se ha ido a hacer su gira de autobombo para disputarle a Yolanda Díaz el puesto como política más popular entre la progresía. Hoy se publica en la prensa extremeña que Guardiola ha consentido que en la localidad de Malpartida de Cáceres gobierne un condenado por maltrato machista, que era el anterior alcalde de su partido, quien, tras ser condenado, se presentó bajo otras siglas y consiguió ganar gracias a que María Guardiola hizo que el PP no presentase ningún candidato y además colocó como concejales en las listas del maltratador a una secretaria de la ejecutiva regional del PP y al presidente provincial de Nuevas Generaciones. El machismo es malo, según le convenga.

Extremadura, además de ser la región más pobre de España, tiene importantísimos problemas por falta de inversiones del Estado y muy pocos con el machismo, ni con el racismo, ni con la homofobia. Estas circunstancias no van a cambiar mientras las decisiones que más afectan a Extremadura la tomen partidos que la usan, priorizando otros intereses que no son los regionales. María Guardiola ha montado su teatrillo en el que intenta hacer creer que sus motivaciones son distintas, cuando es evidente que obedece instrucciones. Antes del 23 de julio no la van a dejar llegar a ningún acuerdo con VOX. Cuando pasen las elecciones generales, en función de lo que les interese a todos los partidos a nivel nacional, ya le dirán a ella lo que tiene que hacer.