Opinión

La legislatura del adiós

En esta democracia de partidos, los que odian a España han vuelto a ganar otra batalla, gracias al mayor enemigo que tiene en este tiempo la nación: el PSOE. Con el poder como único horizonte, la apertura de la sesión constitutiva de la XV Legislatura confirma que Sánchez volverá a vender a plazos el país de mano de quienes más luchan contra su historia, legado y presente. No hay presidencia socialista desde Zapatero que haya llegado al gobierno con la legitimidad intacta y la ética incorrupta. El mando lo tendrá de nuevo ese despotismo iletrado que basará su hacer en el cambalache permanente.

Tras la votación efectuada hoy, Francina Armengol será la presidenta del Congreso, convirtiéndose en la tercera autoridad del Reino de España. Sánchez ha colocado al frente de la casa de la palabra a una independentista irredenta (hoy presentarse con las siglas socialistas avala más que nunca la afirmación) que se mantiene imputada por haber ocultado, presuntamente, el escándalo de las menores tuteladas bajo su gobierno en Baleares. Esta degradación moral y política se confirma cuando aceptamos que el destino de la nación y de sus propietarios dependa de un prófugo de la Justicia que, desde su cobarde exilio, moverá la investidura bajo la única premisa del chantaje. Y Sánchez, y el PSOE, consumarán el proceso español con la deconstrucción de España, avalado por siete millones de fieles que han apoyado la destrucción de su país mientras desde el sofá se congratulan por haber parado al fascismo. Así de exitosa ha sido la propaganda socialista. Ya no podrán decir que no sabían que esto iba a pasar. Con su voto han dado el plácet a lo que hemos vivido hoy.

¿Y el PP? O en Génova tienen un as guardado que van a sacar en el último momento, o todo indica que hemos asistido a un nuevo capítulo de cómo no debe enfocarse una negociación. La historia reciente de la política española está llena de fracasos negociadores, lo que demuestra que, en casos de especial relevancia, hay que poner en manos profesionales estos asuntos, estén dentro o no del organigrama de los partidos, y no dejar tan importante cuestión a consiglieri profesionales, correveidiles del que manda, para que resuelvan lo que al final acaban entorpeciendo. El objetivo en el PP, una vez Vox le confirmó a Feijóo que votaría a favor de su posible investidura, era centrarse única y exclusivamente en cortejar al PNV, sin que por el camino humillase, una vez más, al socio con el que gobernará en cinco comunidades autónomas. No parece que los populares encuentren argumentos para seducir a quién le une algo más que un modelo económico basado en el crecimiento empresarial y no en la redistribución de la riqueza mediante el expolio. Lo peor para Feijóo -y para España- es que ya no está Ciudadanos para equilibrar la balanza.

Será, pues, la legislatura del adiós. El adiós a la España constitucional (con el Tribunal del mismo nombre avalando fórmulas de acatamiento como si de un mercadillo caprichoso se tratara), el adiós a la democracia que ha llevado al poder a quienes desean destruirla por mecanismos propios de las autocracias más infectas. El adiós a cualquier equilibrio de poderes, con Sánchez controlándolo absolutamente todo. El adiós a una alternativa de gobierno que no compre el relato de la izquierda ruinosa y golpista. El adiós a una idea de España que fomente en los ciudadanos el concepto de la responsabilidad y el civismo y no el del capricho y la cuota. El adiós a una opción liberal que supere etiquetas que supuran revanchismo, odio y rencor. Lo que viene no augura mejores momentos para la libertad y el progreso.

Y como hablamos de progreso, un mensaje para los tertulianos de tercera, analistas raquíticos y comentaristas caldeados en puchero activista. No, no hay mayoría del bloque de izquierdas. Por mucho que lo repitan, Junts y PNV no son de izquierdas. Por mucho que insistan, no es progresista un gobierno con golpistas, prófugos de la justicia y gente que sacó a más de cien violadores a la calle. Eso es retroceso y quienes conformarán la continuidad del peor gobierno de la democracia son reaccionarios con causa y sin solución. Por mucho que se quiera normalizar que lo que ha reunido Sánchez en torno a su ego es el sacrosanto concilio del perpetuo socorro, y que PP y Vox son el demonio nazifascistaturboliberalneocon, la realidad es la contraria. Esos juntaletras de la subvención, preescolares del periodismo y propagandistas con tres capas de sectarismo, también son cómplices de la decadencia social, institucional y política que vive España. Por adoptar, impulsar y sostener tan perverso y siniestro relato de zurdos bien pagados.