«El honor es mi divisa»
Desde los muy duros años de plomo en los que ETA espiaba y asesinaba a las policías españolas, la figura del ministro del Interior sobresalió entre las más valoradas de los respectivos gobiernos. Fuera del PP o del PSOE, el titular de la Cartera era un referente de hombría y honor. Tras el presidente de la nación y de algunos ministerios emblemáticos, el del Interior imprimía carácter al Gobierno y transmitía seriedad, rigor y firmeza, lo contrario que hace el vil y cobarde Grande-Marlaska, que deja sin protección y recursos a las fuerzas que comanda y desprecia el emblema del guardia civil: «El honor es mi divisa».
Desgraciadamente, con el declive de España desde que un tal Sánchez llegó al poder, ese Ministerio se ha devaluado como la moneda en Cuba o Venezuela, hasta llegar a su actual titular: se ha metido en todos los charcos que le pillaban cerca e incluso en muchos que no tenía a mano. En lugar del perro de presa de la democracia, la encarnación de la defensa de nuestros valores se ha convertido en el lacayo del peor presidente que ha tenido España. Ha logrado que olvidemos que en su anterior reencarnación fuera juez y luchara eficazmente contra ETA. Cuando veo tales evoluciones me pregunto qué tendrá el poder para arrastrar por el fango las más altas magistraturas.
Hemos visto con horror una corrida de toros en forma de rápidas embarcaciones náuticas. En el papel de torero, la potente fueraborda de los asesinos narcos del Estrecho, y, en el de toro alanceado, la frágil lancha del Ministerio del Interior que expuso a morir a dos valientes guardias civiles. El demencial espectáculo, jaleado por una caterva de estómagos agradecidos que viven del narcotráfico, exige la inmediata dimisión de Marlaska, como piden las madres de los fallecidos.
Recuerdo que Juan José Mateos, bravo guardia civil, relató en OKDIARIO la muy ilustre historia de los GAR (Grupo Antiterrorista Rural, hoy Grupo de Acción Rápida) en su libro Pikoletos. Por él nos enteramos de que ¡ZP! (Zapatero) les obligaba a luchar contra ETA en condiciones precarias, estilo que imitó Marlaska con los valientes que se toparon con la muerte, como el gaditano Miguel Ángel González y el catalán David Pérez.
Los socialistas siempre han demostrado odio y una especial inquina contra la Guardia Civil. Basta ver el intento fallido de desprestigiar al coronel Diego Pérez de los Cobos para impedir que accediera al generalato con las sucias artes de Marlaska. Pues los militares que se rigen por «El honor es mi divisa» han logrado derrotar a los terroristas más sanguinarios de la reciente historia de España. La Guardia Civil, y que a nadie en su sano juicio se le ocurra dudarlo, siempre doblegará a todos nuestros peligrosos enemigos.
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