Fraude
Según la RAE:
Fraude (Del lat. fraus, fraudis.)
m. Acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete.
Pedro Sánchez convocó la repetición de elecciones e hizo toda su campaña para el 10N pidiendo el voto a los españoles para salvar a España de un gobierno de extrema izquierda en coalición con Podemos que calificó de tan negativo para nuestro país que llegó a decir que de producirse impediría que el 95% de españoles- entre los que él se incluía- pudiéramos dormir tranquilos.
Seis millones setecientos cincuenta y dos mil novecientos ochenta y tres españoles (6.752.983) apoyaron su principal compromiso electoral: no formar un gobierno de extrema izquierda en coalición con Podemos.
Cuarenta y ocho horas después de cerrarse las urnas Sánchez anunció un gobierno de coalición de extrema izquierda con Podemos.
Quince días después de celebrarse las elecciones, marcadas por su compromiso de no pactar con Podemos, Sánchez convocó un plebiscito entre los afiliados del PSOE preguntándoles si apoyaban el gobierno de extrema izquierda que acababa de pactar con Podemos.
El resultado del plebiscito ( hay que ver cómo le gustan a Sánchez los métodos de Franco, que además le salen tan bien como al dictador) fue el siguiente: ciento diez mil ciento treinta y tres (110.133) afiliados del PSOE (sumados los del PSC), que representan el 57% de los llamados a participar en el plebiscito, dieron el visto bueno a lo que Sánchez ya había hecho.
Teniendo en cuenta que Sánchez perdió 760.159 votos entre las elecciones de 28A y las de 10N (en las primeras prometía gobierno con Podemos, en las segundas abjuraba de él) y a la vista del resultado del plebiscito se podría concluir que al menos una parte de los afiliados del PSOE no votaron las listas de su partido. ¡A ver si resulta que los únicos que creyeron la palabra de Sánchez fueron sus afiliados y por eso no le votaron!
Ciertamente que la “entronización” de Sánchez se la debemos a los más de seis millones de españoles crédulos que le votaron a pesar de los antecedentes del mentiroso patológico. Pero a esos largos seis millones de españoles el PSOE no les ha preguntado nada; y es que el Sánchez/PSOE está muy a favor de practicar la autodeterminación, o sea, de organizar las cosas de forma que unos pocos decidan por todos sobre los asuntos que a todos nos competen.
Y así hemos llegado a esta situación un tanto esperpéntica: 6.752.983 españoles votaron a Sánchez para que no hiciera un gobierno de extrema izquierda con Podemos y 110.133 afiliados de su partido han votado a favor de validar el fraude político que representa hacer lo contrario de lo que se ha prometido al pedir el voto.
La degeneración democrática empieza por la degeneración de los partidos político, -instrumentos imprescindibles del sistema democrático- y de ahí pasa a degenerar las instituciones en las que estos anidan sin escrúpulos. La constatación de la degeneración del PSOE ha tenido esta semana algunos hitos reveladores. Primero fue la negativa de la cúpula del PSOE a asumir responsabilidades políticas tras la sentencia de los ERE´s, el mayor y más sangrante latrocinio de fondos públicos de la historia de la democracia; después vino el estruendoso silencio de Sánchez al respecto, con el agravante de que dos de sus Ministras- una de ellas Vicepresidenta- formaban parte de los gobiernos en los que se organizó el sistema corrupto que habría de servir para desviar el dinero de los parados y destinarlo a comprar votos y voluntades para que engordar el granero clientelar en Andalucía para facilitar que el PSOE ganara las elecciones; a continuación vimos cómo toda la cúpula del PSOE se empeñó en mentir y circunscribir la corrupción al PSOE en Andalucía sin asumir que la podredumbre llega hasta arriba (no solo porque el objetivo de la red corrupta era organizar el clientelismo y regar el granero en Andalucía para ganar también en España) sino porque dos de los condenados fueron Presidentes del PSOE y Ministros de varios gobiernos de España presididos por el PSOE; y, por último, el PSOE ha organizado un plebiscito entre los suyos para dar apariencia de normalidad democrática al fraude que representa hacer lo contrario de lo que millones de españoles han decidido en las urnas.
El fraude político no es un delito perseguible en el Código Penal. Pero es un delito condenable por cualquier código ético y democrático. Es lo que hay.
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