Los despreciables machos alfa de Podemos
El día en el que Pablo Iglesias, Irene Montero y Carolina Bescansa —entre otros— lanzan una campaña en vídeo para activar unos Círculos «abiertos a personas que converjan a partir del cambio», Podemos se resquebraja de arriba abajo por el espeluznante caso de sus Juventudes en Madrid. Tal y como les cuenta OKDIARIO, varias mujeres se han visto obligadas a abandonar la formación tras sufrir agresiones sexuales, acoso múltiple reiterado, abusos de poder, maltrato psicológico e invasión del espacio personal. Un catálogo de atrocidades que mancillan la dignidad y los derechos fundamentales de esas mujeres en particular y de la propia Mujer en general. Más allá de colores políticos, resulta intolerable que en un país que lucha denodadamente por erradicar la lacra de la violencia de género aún haya comportamientos sistemáticos de este tipo.
Especialmente en una formación política que, además, se caracteriza por pontificar sobre la violencia machista. Sólo hay que recordar aquella ridiculez léxica del «heteropatriarcado» con la que Alberto Garzón trató de explicar el atentado yihadista en una discoteca de Orlando. Sería recomendable que los jerarcas populistas abandonaran la sempiterna vacuidad de su discurso y se preocuparan de dar ejemplo con los hechos. Lo acaecido en el Círculo Joven es de una gravedad extrema. Más, si cabe, porque está condicionado por el miedo cerval de las mujeres afectadas. Como suele suceder en muchos casos de abusos y violencia de género, las militantes no se han atrevido a denunciar y han preferido dejar la formación antes que enfrentarse a las consecuencias internas. Un entorno donde ni siquiera se han puesto de acuerdo a la hora de condenar lo sucedido y expulsar a los culpables.
En las últimas fechas, nuestro serial sobre los movimientos internos de Podemos ha demostrado que su líder, Pablo Iglesias, tampoco es un paradigma en este sentido. La periodista Mariló Montero lo denunció la semana pasada ante el Instituto de la Mujer después de que este medio desvelara cómo había dicho que «la azotaría hasta que sangrase». Una incitación a la violencia, una manera de denigrar a la figura femenina, que debería significar su inhabilitación para desempeñar cualquier cargo público. Y es que en Podemos, los tics machistas no cesan. El propio Pablo Iglesias dijo en el chat interno del partido: «Le voy a romper la boca, vais a ver a un macho alfa…». Este último caso prueba que entre los morados sobran los machos alfa y falta mucho respeto a la democracia, a los derechos individuales y, sobre todo, a las mujeres. Lo acaecido en el Círculo Joven de Podemos es de tal gravedad que los responsables podemitas deben dar explicaciones hoy mismo. Esta manera de proceder es inadmisible en todos los contextos y bajo cualquier circunstancia. Más aún si encima se trata de una formación con 71 diputados en el Congreso.
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