Opinión

Cuando haces propaganda electoral con los muertos

Nadie puede discutir la cuestión de fondo, que un dictador como Francisco Franco no puede gozar del privilegio de ocupar un  lugar destacado en el mausoleo que le rinde homenaje en el Valle de los Caídos. Pero si cabe discutir, y OKDIARIO lo hace de forma absolutamente crítica, el modo en el que el Gobierno de Pedro Sánchez ha instrumentalizado la exhumación para obtener un rédito electoral evidente. Es ese rentismo  que demuestra el jefe del Ejecutivo en funciones, al convertir a Franco en la piedra angular de su campaña ante los comicios del 10-N, lo que resulta una obscenidad. Es la permanente estrategia de sacar rédito personal al traslado de los restos del dictador lo que resulta indigno. Es la petulancia supina de Sánchez al asegurar que la exhumación completa el proceso democrático español lo que no resulta aceptable.

La democracia española, con sus virtudes y defectos, no se completa con el traslado de los huesos de Franco, porque su plenitud deviene del esfuerzo de conciliación nacional que izquierda y derecha hicieron a la muerte del dictador y que dio paso a una etapa de prosperidad encarnada en la monarquía parlamentaria que es la expresión misma de la democracia. No, señor Sánchez, usted no ha completado ni perfeccionado la democracia; usted ha pervertido la esencia de las democracia al utilizar la exhumación de Franco como eje de su campaña en una actitud propagandística que le retrata como un dirigente político interesado y mendaz.

No, señor Sánchez, usted no se fijó como objetivo la exhumación del dictador para hacer justicia ni para reparar la dignidad de las víctimas -que las hubo en los dos bandos-, sino para garantizarse la continuidad en el poder. Franco, señor Sánchez, fue su coartada, su palanca electoral, hasta el punto que hoy es su única baza propagandística, lo que le queda para tratar de invertir el curso de las tendencias que marcan las encuestas. Franco, señor Sánchez, es su ardid, su carta marcada. Triste y rastrera utilización de un muerto.