Colau también es casta viajera
Los barceloneses deben tenerlo claro en las próximas elecciones municipales: Ada Colau representa la casta que carcome la prosperidad de Barcelona. La última prueba la tienen en los 1.168 euros de dinero público que se ha gastado en desplazarse por Nueva York durante dos días y medio. Un gasto que, a tenor de su discurso de cartón piedra y su fatua moral, no se corresponde con las constantes clases de ética que pregona. Poco tiene que ver con el ritmo y las posibilidades de esas “clases populares” a las que dicen defender tanto en Podemos como en sus marcas blancas ubicadas en los distintos ayuntamientos españoles. Los barceloneses han de aprovechar el voto y la urna para decirle a Colau que su gestión ha sido muy deficiente en términos políticos, sociales y económicos. Impropia en su sectarismo —sólo hay que recordar su hermandad con los okupas— de la segunda ciudad más importante de España.
Amén de los últimos dispendios durante el viaje a Nueva York, la alcaldesa se ha puesto del lado de los separatistas —otra casta en sí misma— tanto a la hora de consentir el adoctrinamiento en los colegios públicos como al poner tantas dificultades como ha podido para entorpecer que la mayoría constitucionalista que habita en la ciudad no pueda defender en la calle, y de manera pacífica, los principios de nuestra Carta Magna y visibilizar así la postura ciudadana mayoritaria ante la represión separatista. Algo que los electores no deben olvidar en los próximos comicios locales. Una ciudad tan abierta al mundo como tradicionalmente ha sido Barcelona nunca ha estado tan aferrada al atavismo más recalcitrante como con Colau.
Además de contribuir a la inestabilidad social por su connivencia con los independentistas —e incidir así en la merma de turismo y empleo que ha vivido Barcelona en particular y Cataluña en general en los últimos meses— Colau ha puesto en solfa la celebración de eventos tan importantes como el Mobile World Congress o los premios más prestigiosos de automovilismo. Citas que otorgan a la ciudad cientos de millones de euros y estimulan el empleo. Ada Colau dejará un legado de gran incapacidad gestora. Denominador común entre aquellos “alcaldes del cambio” que cuentan con ínclitos representantes como Kichi en Cádiz, Carmena en Madrid, Ribó en Valencia o Santisteve en Zaragoza. Regidores de la “nueva política” que al final han resultado una gran casta por sí mismos.
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