Opinión

El catalán, la prioridad de Sánchez en la UE

¡Anda que no tiene cosas que pelear el Gobierno en el seno de la Unión Europea! Un Gobierno con influencia menguante dentro de la organización política y administrativa transnacional. Pues bien, cuando a Sánchez le toman como al pito de un sereno en Europa, entre otras cosas, porque también les ha mentido a ellos en las cifras económicas relativas al déficit, la deuda, así como en cuestiones que afectan a los valores esencial de la Unión, sin ir más lejos, su intento de control de jueces, fiscales y medios de comunicación.

Cuando se pierden ayudas y fondos destinados a la agricultura, cuando cae en el vacío dinero que la UE había previsto para la digitalización de las empresas españolas, especialmente las pequeñas y medianas, héte aquí que la obsesión sanchista ordena a su ministro de Exteriores que dé la vara  a diario para que la Comisión, el Europarlamento y el resto de las instancias comunitarias coloquen el catalán al mismo nivel que el inglés, el alemán, el francés, el italiano o el castellano.

¿Acaso Sánchez se ha entusiasmado de repente con la sonoridad del idioma en el que escribió Josep Pla? No. ¿Quizá ha descubierto el aspirante a sátrapa que utilizando el catalán le puede entender mejor Dios? En absoluto. Entonces, ¿qué?

Pues lo de siempre. Su socio preferente, independentista de izquierdas (algo imposible porque o se es independentista o de izquierdas) ERC y su socio definitivo, Junts, es decir, Puigdemont, le exigen que convenza a sus colegas europeos para el ascenso de categoría comunitaria del idioma catalán. Una manera como otra cualquiera de seguir pagando su permanencia en un palacio.

¿Que los agricultores son agraviados por la UE? ¡Qué más da! ¿Que a las pymes no llegan las fondos para su modernización y digitalización? ¡Que dejen de gemir! ¿Que los pescadores están con el agua al cuello? ¡Que resistan!

Éste es el presidente de Gobierno que en medio siglo reciente en la historia de España menos independencia dispone y subsiste con las manos atadas y grilletes en los pies.

Sencillamente, se niega aceptar que perdió las elecciones, que vive políticamente con la respiración asistida que quiere garantizarse, por precio, con ERC, Junts y Bildu.

El resto son historias inventadas por Rasputín Bolaños.