Carta abierta a Eva Hache
Difícil es comenzar esta carta. Por mi parte usted no es querida, ni admirada. Tranquila, tampoco odiada. Quizá mejor despreciada con esa humana indiferencia hacia quien no aporta nada a nadie, ni siquiera a usted misma. No solo por sus hechos, sumidos en un fracaso tras otro, la mayoría de las veces rayano en el ridículo, también por el esperpento que como adefesio su presencia nos ofrece. Pero Eva, pobre infeliz, de nombre bíblico, primigenio, cuyo significado es “aquella que da vida” y que en tan innoble caso trasluce lo antitético. Radia odio, fobia y ponzoña. A nadie debería extrañar que su mente y bilis solo desprendan el insulto como argumento y la majadería apolillada de quien se considera musa de lo progre.
Eva, no debió gasta muchas neuronas, que por cierto no le sobran, cuando manifestó que quienes participamos de ella “son unos mierdas”, añadiendo, desde ese falso monopolio cultural de la izquierda, que “con vuestros ombligos tapáis el saber. Solo os preocupa provocar y convencer a mentes pobres”. No, Eva, los que participamos en la concentración del pasado domingo no pretendíamos convencerte, mujer de intelecto más bien exiguo. Mire, no somos “unos mierdas”. Y no lo somos porque nuestro grito proviene de valores antes que de intereses. Valores como la unidad de todos, la ley, el orden, el Estado de derecho y el respeto a unas normas que todos nos hemos dotado. Y porque quienes estábamos el pasado domingo en Colón solo pretendemos no ser engañados por tu izquierda.
¿Qué ingenuos verdad? Pretendemos que de una vez por todas se aplique mano dura con los nacionalismos periféricos. Frente a esa lógica, Eva, usted representa esa izquierda de postureo intelectual, falso, que adopta el estúpido discurso de “la libertad”, enrocándose en causas pretenciosas con una engañosa filosofía adulterada y que en el fondo solo representa el vacío, la nada. Eva, los que nos manifestamos el domingo no tapamos el saber porque la gente cada vez sabe más. De ahí sus fracasos profesionales y el rechazo que sus pseudo shows tienen entre la audiencia. Mientras tanto, usted y sus huestes tratan de mantener esa identificación que tiene la izquierda con la cultura y que ha sido uno de los clichés propagandísticos que más éxito han tenido ya desde mediados de los años 60. Pero en honor a la verdad, Eva, debe ilustrarse y conocer que quienes representa, esa izquierda ortodoxa e irracional, nadie ha incendiado más bibliotecas, más museos, más más obras de arte, nadie ha destruido más patrimonio artístico e histórico español que esos partidos y grupos que usted personifica y que se presentan como adalides de la cultura. Pobre izquierda si solo tiene a ud. como representante, si sus líderes o guías son Almodovar o el “pequeño Wyoming”, esa progresía de inflada “sensibilidad social” proporcional a sus infladas cuentas corrientes muchas de ellas en paraísos fiscales.
¿Y encima, Eva, tiene la desvergüenza de manifestar que solo nos preocupa provocar y convencer a mentes pobres? No, reitero, personajes de su calaña son inconvencibles. Reflexione, haga y aporte algo de valor que no sean payasadas. Tenga y mantenga la dignidad que los años generan, como le pasa al buen vino sin que, como es su caso, nazcan ya vinagre. Que pena que su falta de protagonismo y valía profesional lo supla como minuto de gloria con el insulto. La prudencia es señal de inteligencia y solo se alcanza desde la libertad. Ya lo dijo Pedro Pantoja Santiago, escritor portorriqueño: “Júzgate en lo prudente y aprende de libertad, cállate en lo mediocre y conocerás la miseria”.
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