Los Pujol y la pata del Cid
Es indignante, denigrante y en extremo preocupante. En las próximas horas Jordi Pujol Ferrusola se ve las caras en los tribunales con quienes han decidido hasta hoy, de forma enteramente bochornosa e injustificada, no aplicar medidas cautelares eficaces para frenar el delirio y el frenesí blanqueador del primogénito de la ‘acrisolada’ saga soberanista.
No ha bastado con que la UDEF le haya identificado como miembro de una banda criminal que (¡sólo durante su investigación!) ha evadido treinta millones de euros. Tampoco que esté acreditado de forma fehaciente que ha perpetrado movimientos en la órbita de «negocios jurídicos ficticios, inversiones no repatriadas y pérdidas internacionales» también de carácter apócrifo. Ni siquiera que se haya advertido al instructor en la Audiencia Nacional que junto con su ex mujer ha maquinado una estrategia «insistente y continuada» para colocar gran parte de su fortuna fuera de España con objeto de blindarse ante un posible embargo judicial.
Para escarnio, incomprensión, impotencia y rabia de millones de españoles, este presunto delincuente de cuello blanco (adornado de estelada y barretina) ha girado impunemente una morterada de billetes de aquí para allá, como Pedro por su casa, que se sepa hasta hoy por tierras de México, Argentina, Croacia, Francia o República Dominicana. ¡Casi ná! Pero no es todo. El estrambote y el agravio es aún mayor si se considera que su hermano, el comisionista Oleguer, únicamente por la operación de compra-venta de oficinas del Santander que ascendió a más de dos mil millones de euros, está siendo igualmente agraciado con la inaplicación de la prisión preventiva mientras es perseguido por graves acciones de lavado de dinero a escala transnacional. Pero, ¡qué más da! Se pasa por alto la opacidad, también la reiteración delictiva, y los pelotazos inmobiliarios de los ‘Pujolone’ siguen su curso (¡otra ronda por aquí!).
Y así, la parte ancha del embudo para quienes tienen toda la apariencia de haber consumado graves acciones criminales exprimiendo el árbol genealógico del en otros tiempos molt honorable. Y la estrecha, como ha denunciado OKDIARIO, para familias como la hispano-rusa Kokorev: dos ancianos en grave estado de salud y su hijo, que se aproximan en una cárcel canaria a los dos años de provisional, bajo la sospecha genérica de ejercer de testaferros de Teodoro Obiang en España.
Es indiscutible y deplorable que quienes han llevado desde la cuna los apellidos Pujol Ferrusola han actuado como si descendiesen de la pata del Cid Campeador, o de la pata del caballo de San Jaime: intocables por razones de su linaje o casta, con engreimiento, impunidad y distancia. Pero jueces y fiscales no pueden, llegados a este extremo, sino poner pie en pared. No es tarde para detener en seco unos escandalosos privilegios que llenan nuestro Estado democrático de oprobio. Porque nos sitúan al resto de ciudadanos (como justiciables) como parias y personas degradadas en la defensa de nuestros derechos cívicos más fundamentales.
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