Falsificaciones

La profunda huella de las falsificaciones: una economía sumergida que también tiene un coste ambiental

Las falsificaciones le cuestan a España 5.700 millones de euros y toneladas de co₂ en emisiones

Estos productos se destruyen mediante incineración o depósito en vertederos, generando emisiones contaminantes y un gasto energético adicional

  • Antonio Quilis
  • Periodista especializado en información medioambiental desde hace más de 20 años y ahora director de OKGREEN en OKDIARIO. Anteriormente director de El Mundo Ecológico. Colaborador en temas de medioambiente, ecología y sostenibilidad en Cadena Ser.

Las falsificaciones representan una amenaza que va mucho más allá del fraude económico y la pérdida de empleos. Cada producto falso incautado y destruido añade una carga ambiental invisible que socava los esfuerzos de sostenibilidad de industrias enteras.

Como ejemplo de esta actividad ilícita está la detención de doce personas en Mallorca hace una semana por poner a la venta 30.000 artículos falsos de marcas prestigiosas en una macrooperación policial. Los agentes identificaron los locales involucrados y a los responsables y se montó un dispositivo policial para actuar en los establecimientos y almacenes.

Un reto en sostenibilidad

Desde su producción con materiales tóxicos y procesos contaminantes hasta su incineración final, el comercio de lo falso se ha convertido en un reto de sostenibilidad que amenaza tanto a España como al conjunto de Europa.

Un problema que ya no es sólo económico, también representa una crisis medioambiental que pasa desapercibida cada vez que adquieres un producto de este tipo que opera completamente al margen de cualquier regulación verde.

Economía sumergida

Mientras numerosas industrias invierten millones en materiales ecológicos, eficiencia energética y procesos de fabricación verdes, los productos falsificados socavan sistemáticamente todas esas mejoras.

Estos artículos operan en una economía sumergida donde no existen filtros ambientales, controles de emisiones ni responsabilidad corporativa alguna. Las redes de falsificación utilizan tintas tóxicas, plásticos de baja calidad y técnicas de manufactura altamente contaminantes para maximizar beneficios sin asumir ningún coste ambiental. El resultado es una producción masiva de bienes que contaminan desde su origen.

Falsificaciones «eco»

La ironía resulta especialmente cruel cuando muchos productos falsificados se hacen pasar por objetos supuestamente ecológicos. Botellas reutilizables, utensilios biodegradables, bolsas de tela y otros artículos que prometen sostenibilidad están fabricados en realidad con materiales de baja calidad que refuerzan el problema ambiental en lugar de mitigarlo.

Los consumidores creen estar haciendo una elección responsable cuando en realidad están adquiriendo productos que tendrán una vida útil cortísima, no podrán reciclarse adecuadamente y acabarán en vertederos o incineradoras generando emisiones contaminantes.

El ciclo tóxico de las incautaciones

Incluso cuando las autoridades interceptan estos productos antes de que lleguen al mercado, el problema ambiental persiste. Las incautaciones masivas de falsificaciones frecuentemente acaban con la incineración de miles de toneladas de bienes, generando emisiones dañinas que contradicen la intención original de proteger a los consumidores y al mercado.

Este proceso de destrucción añade una capa adicional de contaminación atmosférica que nadie contabiliza en las estadísticas oficiales de emisiones. La huella de carbono del ciclo completo de estos productos permanece invisible en los inventarios nacionales.

Los expertos proponen analizar detalladamente la huella de carbono del ciclo completo de las falsificaciones, desde su producción y transporte internacional hasta su disposición final, para comprender la real magnitud ecológica del problema.

Gases de efecto invernadero

Para contextualizar esta amenaza, hay que considerar que la huella de gases de efecto invernadero de bienes y servicios consumidos en España alcanza las 10,7 toneladas de CO₂ equivalentes per cápita, incluyendo emisiones incorporadas en bienes importados. En la Unión Europea, las emisiones totales verificadas fueron aproximadamente de 356 millones de toneladas de CO₂, lo que incluye todos los sectores económicos.

Estos productos atacan además la innovación verde de las empresas que hacen sus deberes ambientales. Las marcas que apuestan por soluciones ecológicas, invirtiendo en investigación y desarrollo de materiales sostenibles, pueden ver su ventaja competitiva completamente diluida cuando los imitadores simplemente copian la apariencia externa sin respetar ningún estándar ambiental.

La policía asalta una decena de tiendas paquistaníes en Alcúdia y se incauta de miles de falsificaciones

El impacto económico y laboral en España

Más allá de las consecuencias ambientales, las últimas estimaciones colocan el impacto económico directo de las falsificaciones en España en 5.700 millones de euros anuales.

Este fenómeno pone en riesgo cerca de 44.700 empleos en sectores clave como moda, perfumería, electrónica o juguetes. Sectores completos ven cómo su inversión en calidad, seguridad y sostenibilidad queda devaluada por imitaciones baratas que compiten deslealmente. En el ámbito cosmético específicamente, la pérdida económica ronda los 400 millones de euros, con más de 3.600 empleos destruidos cada año.

España ha respondido a esta amenaza con un Plan Nacional e Integral de lucha contra la venta de falsificaciones para el periodo 2023-2026 que contempla acciones coordinadas de vigilancia, sanción y concienciación ciudadana.

Una amenaza para la salud pública

La Oficina Española de Patentes y Marcas alerta de que este fenómeno acarrea no sólo perjuicios económicos directos, sino también amenazas significativas para la salud pública, la seguridad de los consumidores y el medio ambiente. Sin embargo, el componente ambiental todavía no recibe la atención prioritaria que merece en las políticas públicas.

En lo que respecta al impacto ambiental nacional específico, muchos bienes incautados terminan necesariamente en incineradoras o vertederos, generando emisiones añadidas y residuos que agravan la crisis climática.

El plan nacional propone analizar sistemáticamente la huella de carbono del ciclo completo de estos productos para dimensionar correctamente su magnitud ecológica real. Esta medición permitiría integrar el coste ambiental en las estrategias de persecución y en las campañas de concienciación dirigidas a los consumidores.

Falsificaciones incautadas por la Policía de Palma

Dimensiones europeas del problema

En la Unión Europea, el comercio de bienes falsificados representa un reto de proporciones gigantescas. Durante 2024, las autoridades aduaneras interceptaron 152 millones de unidades falsificadas, con un valor estimado de 3.400 millones de euros.

Estudios previos calculan que estos bienes representan hasta el 4,7% del total de importaciones de la UE. Las pérdidas anuales para las empresas legítimas alcanzan los 50.000 millones de euros al año, con la desaparición de 416.000 empleos directos e indirectos en todo el territorio comunitario.

Una incineración muy cara

Los productos más frecuentemente interceptados incluyen juguetes, CD y DVD, etiquetas falsificadas, envases fraudulentos y productos electrónicos de imitación.

Muchos se destruyen de modo similar al caso español mediante incineración o depósito en vertederos, generando emisiones contaminantes y un gasto energético adicional tan problemático como el perjuicio económico original.

Durante 2024, las autoridades europeas incautaron 22.000 toneladas de alimentos y 850.000 litros de bebidas falsificadas, productos que requieren procesos especiales de eliminación que multiplican su impacto ambiental.

Cooperación aduanera

Frente a este panorama, la Unión Europea ha reforzado significativamente la cooperación aduanera entre estados miembro y ha endurecido las sanciones contra redes de falsificación.

Pero un reto adicional se añade a este mercado, con cuestiones de cómo hay que plantearse la forma de  cómo manejar las incautaciones masivas de forma ecológica, para evitar que la solución al problema económico se convierta en un agravante del problema medioambiental.

Falsificaciones de productos (Foto. Twitter)

Respuesta integral y sostenible

Combatir este doble daño económico y ambiental requiere una estrategia multifacética que integre regulación inteligente, tecnologías avanzadas de autenticación, educación ciudadana profunda e innovación sostenible.

Los afectados y la industria que lucha contra la falsificación señalan que los organismos públicos deben tratar el daño ambiental de las falsificaciones con la misma severidad que el fraude económico, adoptando sanciones específicas por violaciones medioambientales y reforzando decisivamente la cooperación internacional.

Las herramientas tecnológicas como sistemas de rastreo, paquetes a prueba de manipulación y verificación digital mediante códigos QR o aplicaciones móviles permiten seguir la cadena de autenticidad completa y prevenir ataques de falsificación desde el origen.

Garantizar la autenticidad

Desde SICPA, una empresa tecnológica suiza, señalan que resulta fundamental educar al público consumidor para que exija autenticidad, compre exclusivamente en canales verificados, denuncie productos sospechosos ante las autoridades y valore la sostenibilidad genuina frente a imitaciones baratas.

Añaden que las marcas deben integrar mecanismos de protección directamente en el diseño del producto, incorporando marcas invisibles, fibras trazables o componentes seriados que hagan extremadamente difícil la falsificación incluso de sus versiones más ecológicas y sostenibles.