Así se vive dentro de un Safety Car, un trabajo que es más bien una forma de vida
Todos los aficionados al mundo de las carreras vemos constatemente un vehículo de la organización que tiene diversas labores. Es el Safety Car. Pero, ¿sabéis realmente a qué se dedica, más allá de neutralizar las carreras de coches cuando procede? Un coche de seguridad es mucho más que eso, tal y como nos van a contar hoy Cristian Siso y Nicola Cursi, que son los encargados de conducirlo en el mundial de Superbikes desde hace cuatro años. Las claves del Safety Car en esta competición, que es un Seat León Cupra, son las siguientes:
Cuatro ruedas ven más que dos
El Safety Car es el primero en pisar cada circuito. Se encarga de revisar que el pavimento esté en óptimas condiciones para que las motos puedan circular: “A veces se desprenden trozos de goma de los neumáticos. Si se queda en la pista podría ser peligroso”.
Comisarios, en posición
Antes de que las motos salgan a pista, los pilotos del Safety Car se encargan también de hacer una vuelta rápida y revisar que los comisarios estén en la posición correcta. Sin duda, un paso necesario para empezar la carrera.
Coche 1 llamando a coche 2
Ya con las motos en la pista, el segundo Safety Car acompaña a las mismas en la vuelta de calentamiento. Por su parte, el Safety Car principal lo hace en la vuelta rápida. Los vehículos siempre van acompañados de un médico por si fuera necesario en caso de accidente.
Cuestión de segundos
El Seat León Cupra es un modelo de serie capaz de acelerar de 0 a 100 en menos de cinco segundos. “Las motos son muy rápidas, es necesario que el coche que conducimos sea también potente y que tenga una buena aceleración”, explica Siso. De hecho, este automóvil puede llegar a alcanzar los 250 km/h en pista.
Hasta 600 km por competición
Revisando el estado de la pista, realizando cronometrajes o efectuando las vueltas de calentamiento, los recorridos que realizan los dos Safety Car para garantizar la seguridad de una carrera pueden llegar a los 600 km. “Y eso contando que no tengamos que salir, cosa que por suerte no ha pasado esta temporada”, añade Cristian Siso.
13 carreras y cuatro continentes
Humedad del 90% en Tailandia, 45 grados de temperatura en Qatar o lluvia y pavimento mojado en el trazado de Francia. Los coches “se tienen que adaptar a todas las condiciones climatológicas. Es algo imprescindible para asegurar nuestra seguridad y la de las motos”, comenta Cursi.
Concentración y sangre fría
Hacia la quinta o sexta vuelta, cuando se dé por estabilizada la carrera, los coches de Nicola y Cristian aguardarán fuera de la pista, pero con la mirada puesta en la competición. “Solo intervenimos si, en caso de accidente o cualquier otra causa, la competición se detiene y se tiene que reanudar”. Se necesita “concentración y precisión” para poder actuar en caso de que fuera necesario, apostilla Siso.
Una forma de vida
Estos pilotos viajan 10 meses al año alrededor del mundo, un trabajo que se convierte en una forma de vida. “Es un trabajo que te tiene que gustar porque compromete gran parte de tu día a día”, añade Siso. “Mi vida transcurre dentro del coche así que éste es casi como una parte de mi, un amigo”.
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