Madrid

Pasear a caballo entre viñedos o beber vino bajo las estrellas, experiencias únicas en la Comunidad de Madrid

La Comunidad de Madrid se está posicionando como una de las regiones más interesantes para vivir experiencias alrededor del vino. No sólo tomarlo o catarlo, sino también conocer el medio donde lo producen y la forma de hacerlo, teniendo en cuenta las peculiaridades de los terrenos madrileños.

El diálogo con la tierra en la Comunidad de Madrid lleva años activo. En los años 90 se impulsó una Denominación de Origen (D.O.) propia para los vinos que se producían en Madrid. Una D.O. Vinos de Madrid que, además, no para de crecer, ya que cada día hay más productores y bodegueros que están instalándose en diversos puntos de la región para producir unos vinos fabulosos. Por cierto, cabe destacar, que Madrid es la única capital europea que cuenta con una D.O. propia: Vinos de Madrid.

La Comunidad de Madrid está conformada por 12.000 hectáreas dedicadas al cultivo de uva de vino, 8.850 con la D.O. (denominación de origen) Vinos de Madrid, un 78% de la superficie vitivinícola. Y están divididas en cuatro subzonas: Arganda, Navalcarnero, San Martín de Valdeiglesias y El Molar.

En cada una de ellas, tenemos la opción de vivir experiencias únicas de enoturismo, que van a permitirnos vivir momentos divertidos, especiales y didácticos. Además, la Comunidad de Madrid está trabajando en diversas líneas para impulsar el enoturismo, haciendo de la región un referente en todo el escenario vitivinícola. Sonia Rodríguez, coordinadora de Madrid Enoturismo, destaca que el trabajo que están haciendo ya está dando sus frutos, «convirtiéndonos en un destino atractivo», gracias a una oferta «llena de calidad, historia y experiencias únicas». 

Mucho más que vino

Garnacha, una variedad de la región. © RRSS

Y es que, además, el vino no sólo es un producto de la tierra que debemos paladear, sino también es un claro dinamizador de la economía local de los pueblos madrileños. En este sentido, subraya Rodríguez, gracias al vino «los municipios enoturísticos han creado empleo y han generado riqueza, sumando a ello la contribución a la preservación del paisaje y el medio ambiente, promoviendo el turismo sostenible que favorece la protección de recursos materiales».

Teniendo en cuenta todo esto, la responsable de Enoturismo Madrid, augura para esta actividad «un futuro bastante prometedor», ya que cada día hay más negocios dispuestos a ofrecer a los visitantes experiencias vitivinícolas y enriquecedoras en la Comunidad.

«Bodegas, restaurantes, casas rurales, hoteles rurales, almazaras, tiendas de productos especializados, empresas de actividades o comercios de productos km 0, entre otros, ubicados en los pueblos de Madrid están llenos los fines de semana de gente, lo que hace que la Comunidad de Madrid se consolide cada día más como uno de los grandes referentes enoturísticos , sobre todo gracias a una oferta diversificada y de una alta calidad que atrae cada día a más público, tanto a nivel nacional como internacional», termina.

Observar estrellas con vino

Cata bajo las estrellas en Las Moradas. © RRSS

Por ejemplo, la Bodega Las Moradas de San Martín, en San Martín de Valdeiglesias, desarrolla una actividad que está cosechando mucho éxito: Cata bajo las estrellas.  Un plan en el que tenemos la oportunidad de respirar el vino y el sentir de la tierra, paseando por los viñedos de la variedad garnacha y albillo real, algunas de las más abundantes en la Comunidad de Madrid, a la luz de la luna.

Es, sin duda, una de las actividades más cautivadoras que se hacen en esta bodega. Consiste en poder observar el cielo nocturno de la Sierra de Gredos, en plena naturaleza y lejos de cualquier ruido de la ciudad. Mientras, disfrutamos de una cata de sus vinos, escuchamos y aprendemos sobre la tradición vitivinícola de Las Moradas y del municipio, y tomarnos un delicioso aperitivo.

Para completar la experiencia, desde Las Moradas, en colaboración con Astroafición, expertos en divulgación astronómica,  hacen una lectura de las estrellas, las cuales se pueden observar desde un telescopio. La bodega se ubica en la zona ZEPA-56, (Zona de Especial Protección para las Aves); es decir, un entorno paisajístico de elevado valor medioambiental gracias a su flora y su fauna autóctona, e ideal para observar estrellas.

Cata bajo las estrellas en Las Moradas. © RRSS

Esta Cata bajo las estrellas de Las Moradas es un planazo que podemos hacer en la región cualquier fin de semana, acompañados de amigos, familia o pareja, y a sólo unos 45 minutos del centro. Es una actividad con aforo reducido, por lo que es muy importante que se haga la reserva con tiempo, además de llevar ropa cómoda y calzado adecuado.

En la Bodega Las Moradas tienen otras experiencias para los visitantes, como un taller de iniciación a la cata de vinos, una visita guiada a la bodega y al Monasterio de Pelayos, al final de la cual se catan tres vinos con aperitivo, o el trekking entre viñedos, una forma de estar en contacto con el mundo del vino tomando el aire y haciendo ejercicio.

Patrimonio de Piedra Escrita acompañado de vino

Bodega de San Esteban en Piedra Escrita. © RRSS

Otra de las actividades de enoturismo que podemos hacer en la Sierra Oeste de la Comunidad de Madrid es la visita al conjunto arqueológico de Piedra Escrita y la Bodega de San Esteban de Cenicientos, una localidad cercana a Cadalso de los Vidrios y San Martín de Valdeiglesias.

Esta actividad donde se fusiona el vino con la historia del municipio es uno de los secretos mejor guardados de la bodega. Es un viaje sensorial y también uno de los éxitos de la Bodega de San Esteban. Con esta visita conocemos las vides que surten la bodega, que son como grandes lagos de color verde que se extienden hasta espacios donde no nos llega la vista, así como sus variedades y los cuidados que necesitan para dar el mejor vino, también bajo el nombre comercial de Piedra Escrita. 

Este conjunto cultural es todo un símbolo en Cenicientos y uno de los grandes tesoros de la región. Desde hace algún tiempo, Piedra Escrita ha sido declarada Bien de Interés Cultural (BIC), y no es para menos, teniendo en cuenta su valor histórico y artístico.

Momento de la cata en la Bodega de San Esteban en Piedra Escrita. © RRSS

Gracias a esta visita conjunta entre vino y cultura podremos conocer este megalito de alrededor de cinco metros de altura que está identificado como un ara rupestre consagrado a Diana, a la diosa virgen de la caza, los bosques y la luna, y una de las huellas de la cultura romana en la zona. Sobre la roca granítica, además, podemos encontrar un bajorrelieve donde observamos tres figuras: un hombre y una mujer que hacen un sacrificio en un altar, y una tercera figura de mayor tamaño identificada como la hija de Júpiter y Latona.

Sin duda, esta visita a Piedra Escrita de la mano de la Bodega San Esteban en Cenicientos es una excursión perfecta para conocer más sobre los secretos culturales de la Comunidad de Madrid.

Sentirnos bodegueros

Bodegas Licinia. © RRSS

Licinia Wines o Bodega Licinia, por su parte, nos brinda la oportunidad de crear nuestro propio vino. Este espacio familiar, liderado por Víctor Algora y José Ramón Lisarrague desde su nacimiento en 2005, brinda a los visitantes algunas actividades muy especiales que hacen disfrutar de la experiencia vitivinícola al máximo.

Lo primero que hacen en la visita a la Bodega Licinia es exponer el proceso de vinificación y una cata de las variedades de la uva de la zona. Una primera base que va a permitir a los visitantes poder experimentar más tarde con la mezcla de variedades, bajo la batuta de la propia bodega. 

Los enólogos de la Bodega Licinia atienden de forma personalizada a los visitantes que reservan la cata y diseño de los vinos, un proceso para el cual se tienen en cuenta los gustos personales de los usuarios y los consejos de los productores bodegueros.

Como colofón, la bodega hace una cata de vinos junto a un surtido de los mejores ibéricos. 

Acercarnos a la agricultura

Visita en Carriola en Arganda. © RRSS

Nos acercamos hasta la zona de Arganda y nos vamos a dejar sorprender por sus originales actividades. En esta zona se desarrollan algunas rutas enturísticas muy celebradas, como las dirigidas por Cipriano Guillén, hijo y nieto de agricultores, y su esposa, Cristina Ponsín. Recorridos que, además, tienen la capacidad de despertar el amor por la naturaleza y el fruto de la misma, sentirse agricultores por un día, conociendo de primera mano la complejidad y satisfacción de la vida del campo.

La visita al campo de Arganda comienza en una carriola tirada por un tractor, y a bordo de ésta, los visitantes recorren los olivares y viñedos de las variedades Syrah, Airén, Tempranillo y la autóctona de Madrid, Malvar.

A lo largo de la visita, además, se puede conocer cómo se elabora el vino en la Vinícola de Arganda, con 85 años de tradición vitivinícola, y la única de Europa a la que se puede llegar en Metro. Un proceso que va desde la recogida y llegada de la uva a la bodega hasta que el vino se embotella, se etiqueta y se deja envejecer en barricas de roble americano. La experiencia termina con una degustación maridada de los vinos de la bodega con un delicioso ceviche de salmón o croquetas caseras de cocido.

Pasear a caballo entre viñedos

Ruta a caballo en Cadalso de los Vidrios. © Web Bodega Cristo del Humilladero

Los viñedos se pueden visitar a pie, en moto, en bicicleta, pero también a lomos de un caballo. Esta es una de las actividades que podemos desarrollar si nos acercamos hasta Cadalso de los Vidrios. 

La Bodega Cristo del Humilladero ofrece un paseo a caballo por los viñedos que forman el Valle de Las Tórtolas, vecino a la Sierra de Gredos. Una actividad que nos va a permitir sentir el viento en la cara mientras disfrutamos de un precioso paisaje lleno de vides, huertos y arboledas. Es una preciosa manera de conocer la zona y estar en contacto con la naturaleza.

Tras el paseo a caballo, la visita sigue en la propia bodega, donde uno de los técnicos explica los procesos de elaboración del vino, y hace una cata de vinos de uva garnacha y albillo. Poseen una colección de vinos naturales, hechos en tinajas de barro de más de medio siglo de historia, como el Ladrón de Sueños, Esquivo, Azogue, Matarratones o El Soplón del Vidrio, entre otros.

Al finalizar la visita, si alguno de los vinos nos ha fascinado, nos los podemos comprar en la tienda de la misma bodega. Una actividad ideal para los amantes del vino, la naturaleza y los caballos, y para los que buscan pasar un fin de semana diferente.