Podemos imita con el odiobús la estrategia de intimidación de los batasunos
La banda terrorista ETA hizo público en enero 1999 un comunicado en el que advertía que “los medios de comunicación y periodistas españoles y españolistas están actuando como instrumento de guerra para aprovechar la represión» en el País Vasco. La nota añadía que «Euskal Herria no va a olvidar esos nombres».
Pocos días después, la banda juvenil del entorno de ETA Jarrai empapeló las calles del País Vasco con carteles en los que señalaban a 30 periodistas con normes y apellidos, a los que identificaba como «perros con micrófono y pluma» por actuar como «enemigos de Euskal Herria». Los carteles también mencionaban directamente a varios medios, como los diarios El Mundo, El País, ABC, la Razón, el Diario Vasco, el Diario de Navarra, TVE, Radio Nacional y la Cadena Cope.
Unos apuntan, y otros disparan. Tras esta campaña, un grupo de encapuchados arrojó el 27 de febrero varios cócteles molotov contra la delegación de Radio Nacional en Vitoria. Apenas seis meses después, ETA colocaba un artefacto explosivo en el domicilio del corresponsal de El País en Navarra Mikel Muez.
Y en octubre, comenzaron a aparecer en el País Vasco carteles con el rostro del columnista del diario El Mundo José Luis López de la Calle, al que se calificaba como «asesino». A finales de 1999, ETA rompe la tregua que había declarado pocos meses antes. De nuevo pone en marcha su estrategia de miedo y violencia.
Una caja de puros para Carlos Herrera
En febrero de 2000, los etarras atacan con cócteles molotov la vivienda del periodista José Luis López de la Calle y la casa de los padres de un periodista de El Correo. La banda terrorista también envía un explosivo oculto en una caja de puros a la emisora de RNE en Sevilla, con el objetivo de asesinar al periodista Carlos Herrera.
“Da la impresión de que algunos políticos señalan y los terroristas actúan”, constató el periodista. El presidente del PNV Xabier Arzalluz lo había descrito de otra forma: «Unos agitan el árbol y otros recogen las nueces». Finalmente, el 7 de mayo de 2000, el etarra Iñigo Guridi Lasa asesinaba de cuatro disparos al fundador del Foro de Ermua y columnista de El Mundo José Luis López de Lacalle en las calles de Andoain (Guipúzcoa).
Eduardo García Macías es un viejo conocido del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. García Macías fue detenido en 2000 por enviar artefactos explosivos caseros a varios periodistas, como el columnista de El Mundo Raúl del Pozo y los redactores de ABC Alfredo Semprún y Pablo Muñoz.
Al periodista del diario La Razón Jesús María Zuloaga le envió el explosivo oculto en un paquete que contenía un ejemplar de la novela de Dostoievski Crimen y Castigo. El autor de estos envíos, que utilizaba el nombre de guerra Tez, reivindicó su acción terrorista a través de las páginas del diario abertzale Gara en nombre de un grupo autodenominado los Anarquistas.
El terrorista que leía a Dostoievski
Tras cumplir condena en prisión por intentar asesinar a varios periodistas, Eduardo García Macías comenzó a trabajar como colaborador en la productora de Pablo Iglesias que realiza el programa Fort Apache a través de Hispan TV, el canal islamista financiado por la dictadura teocrática de Irán.
El partido de Pablo Iglesias calca ahora la estrategia de intimidación de la izquierda abertzale. Con su Odiobus, recorre las ciudades españolas señalando a los «enemigos del pueblo». Entre ellos mezcla a políticos imputados por corrupción, como Rodrigo Rato, con otros que nunca han han sido imputados ante la Justicia, como la ex presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre.
Podemos coloca en la misma diana a políticos corruptos como Jordi Pujol y Luis Bárcenas, junto al periodista que ha investigado y denunciado sus escándalos, como el director de OKDIARIO, Eduardo Inda. Y lo hace, sólo unos días después de que la Justicia haya archivado la querella que Pablo Iglesias interpuso contra Inda, en una sentencia que considera «veraz» la información publicada por OKDIARIO sobre los 272.000 dólares que el Gobierno de Hugo Chávez ordenó pagar al líder de Podemos en las islas Granadinas.
El partido de Pablo Iglesias ya puso en marcha en España los escraches, el acoso a representantes públicos en su propio domicilio, imitando los actos de repudio e intimidación practicados por la dictadura cubana contra sus disidentes.
Asesinato virtual en las redes sociales
Podemos ha utilizado las instituciones para apoyar a delincuentes violentos como el anarquista Alfon (que se encuentra en la cárcel por llevar un artefacto explosivo a una manifestación), el sindicalista Andrés Bódalo (que agredió a un concejal del PSOE y a una mujer embarazada) y los violentos de Alsasua que agredieron a dos guardias civiles y sus parejas.
El propio Pablo Iglesias ha reivindicado en numerosas ocasiones el uso de la violencia como instrumento político. Ahora Podemos da un paso más en esta estrategia: con su Odiobús, señala con nombres y apellidos a los culpables del «sufrimiento de los ciudadanos», para que sean merecedores del escarnio público.
Imita así la estrategia de la izquierda abertzale, que señalaba a los «enemigos del pueblo» para que recibieran su merecido a manos de los violentos. Al menos, tan violentos como el miembro de la productora de Fort Apache Eduardo García Macías, fichado por Pablo Iglesias tras cumplir condena en la cárcel por enviar paquetes bomba a varios periodistas.
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