El Parlamento Europeo se muestra firme contra Turquía
Más de 600 eurodiputados votan a favor de sancionar el régimen de Erdogan
El Parlamento Europeo condenó ayer la decisión del Gobierno turcochipriota, bajo influencia turca, de reabrir suburbios de Varosha para asentar allí a población turcochipriota. Estos suburbios se encuentran en la ciudad de Famagusta, al este de la isla. La condena fue casi unánime, y proviene de resolución conjunta de la mayoría de los grupos de la Cámara desde los populares a los verdes. El Parlamento Europeo presiona y condiciona la próxima cumbre europea, que reunirá al Consejo a mediados de diciembre, y donde se decidirán las sanciones que se aplican a Turquía, a raíz de la denuncia de Francia, Grecia y Chipre a las injerencias de Ankara.
La resolución se aprobó con el voto a favor de 631 eurodiputados, una gran mayoría, y en ella no sólo se condena la decisión, sino que se exige la devolución de Varosha a sus legítimos habitantes de origen grecochipriota. También se insta al próximo Consejo Europeo de mediados de diciembre, a aplicar sanciones ejemplares, para las que esta nueva actuación turca es sólo un motivo más. Otra de los aspectos que contempla la resolución del Parlamento Europeo, es la de plantear que las Naciones Unidas, que mantienen en Chipre una misión para el mantenimiento de la paz, la UNFICYP, controle los movimientos de población que se puedan producir en esa zona. Esta misión lleva vigente desde principios de los años 60 y está formada por más de 1.000 efectivos, entre civiles, militares y fuerzas policiales, con un importante contingente británico.
Chipre sufrió un golpe de Estado pro-griego en 1974, provocando una división en dos de la isla, aunque la denominada República Turca del Norte de Chipre es solamente reconocida por Turquía. A raíz del golpe militar, Ankara inició la operación Atila para proteger los intereses de la comunidad turcochipriota, la operación supuso la invasión de la isla y la instauración de la citada república. Algunos de las zonas de mayoría grecochipriotas que se encontraban en el territorio con presencia de fuerzas turcas, fueron abandonados. Varosha, una importantísima zona turística al este de la isla de Chipre, fue uno de ellos. La zona permanece desde entonces cerrada por fuerzas turcas, imposibilitando la vuelta de sus habitantes originales. La Resolución 550 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ampara el hecho de que sólo sus habitantes originales puedan asentarse en la zona. Sin embargo, ahora se plantea la apertura y el asentamiento de población turcochipriota, lo que ha conllevado la alarma y la condena desde el Parlamento Europeo.
La intención de reabrir Varosha anunciada por el gobierno turcochipriota, es una más de las injerencias con las que Turquía sigue presionando a Grecia y Chipre, y aumentando la tensión en la región del Mediterráneo oriental. La aprobación de la resolución legitima también las decisiones que puedan tomarse en el próximo Consejo Europeo, al que Francia ya anunció que llevaría la petición de duras sanciones tras las últimas palabras de Erdogan hacia Macron y las continuas agresiones y confrontaciones a países miembro de la Unión Europea. La situación dentro de la Unión Europea es más compleja de lo que parece, Ankara tiene un comodín que no ha dudado en utilizar en otras ocasiones, y es el bloqueo de la ruta migratoria del este del Mediterráneo, aligerando la presión migratoria que ha sufrido Grecia durante los últimos años. Turquía, a cambio de una cuantiosa ayuda económica – vital, dada la situación del país – se encarga de gestionar parte de esa llegada de migrantes, evitando que lleguen a suelo comunitario y que se vuelvan a repetir duras discusiones políticas en el seno de las instituciones.
Francia ya vio como la OTAN pasó por encima de su petición de revisión de las agresiones turcas a otros miembros de la Alianza Atlántica, y ni siquiera su salida de la operación naval que mantiene la OTAN en el Mediterráneo fue suficiente para llevar a su favor el debate. La citada política migratoria no es la única cuestión con la que Ankara tiene en jaque a la Unión Europea. Alemania cuenta con casi tres millones de personas de origen turco, por lo que la relación entre Berlín y Ankara tiene también cierta connotación doméstica que impide que el país se maneje con libertad en cuestiones como la aplicación de sanciones. Sin embargo, la intercepción de un barco turco por parte de efectivos alemanes bajo el paraguas de la operación Irini recientemente, ha elevado el tono del discurso entre Alemania y Turquía. En cualquier caso, no será hasta el 10 y el 11 de diciembre cuando sabremos las consecuencias reales de toda esta escalada en el Mediterráneo oriental, si Francia, Grecia y Chipre son abandonadas a su suerte o si, por el contrario, Bruselas actúa con firmeza ante las injerencias turcas.
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