Ecuador vota para elegir al sucesor de Rafael Correa
Ecuador busca este domingo, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, un sustituto para Rafael Correa después de una década de Gobierno, lo que supondrá el inicio de una nueva era, incluso en el caso de que el candidato oficialista, Lenín Moreno, sea el elegido.
Moreno parte como gran favorito, entre otras cosas, porque en la primera vuelta, celebrada el pasado 19 de febrero, se quedó a apenas unas décimas de proclamarse vencedor, para lo cual necesitaba el 40 por ciento de los votos con una distancia de diez puntos sobre su rival inmediato.
Esta vez el abanderado de Alianza PAIS solo necesitará una mayoría simple, algo que le conceden todos los sondeos, si bien con distintos márgenes, algunos escasos, lo que ha llevado al oficialismo a denunciar manipulación por parte de las empresas demoscópicas.
Guillermo Lasso, del partido conservador CREO, es el aspirante opositor. Consiguió su pase a segunda vuelta con el 28 por ciento de las papeletas, once puntos por debajo de Moreno pero otros tantos por encima de su principal competidora, Cynthia Viteri.
A pesar del tibio resultado obtenido el 19 de febrero, Lasso juega ahora con la ventaja de que es el único representante de la oposición ecuatoriana y, por ello, sus otrora contrincantes han animado a sus simpatizantes a votar en bloque por él.
Resulta especialmente importante el apoyo expresado la misma noche electoral por Viteri, que quedó tercera con un 16 por ciento de los sufragios. «Vamos a votar por el señor Lasso», dijo, al tiempo que aclaró que no formaría parte de ningún «Gobierno venidero».
Otra de las potenciales vías de expansión de Lasso, en términos de voto, es el elevado número de indecisos de cara al balotaje, que las encuestas sitúan en una amplia horquilla que oscila entre el seis y el 14 por ciento.
Tensión en la recta final
La incertidumbre sobre quién será el nuevo inquilino del Palacio de Carondelet y, muy especialmente, sobre el nuevo rumbo que podría tomar Ecuador, ha viciado la recta final de la campaña, salpicada incluso de violencia.
La crispación llegó al máximo el martes cuando seguidores de Moreno abuchearon a Lasso, su mujer e hijos durante un partido de fútbol entre las selecciones de Ecuador y Colombia. A la salida del estadio, esta «turba correísta» intentó agredir con palos y piedras al candidato opositor y la Policía tuvo que impedirlo usando gases lacrimógenos.
Moreno condenó los hechos indicando que «ninguna expresión de intolerancia es aceptable, venga de donde venga», pero Lasso le atribuyó personalmente la responsabilidad de lo ocurrido. «Pasaron la frontera de la política. Esto es consecuencia de su campaña sucia», espetó.
En esta segunda fase ni siquiera ha habido debate electoral por la exigencia de los organizadores de que ambos aspirantes firmaran una declaración jurada en la que sostienen «que no han participado de forma directa o indirecta en actos de corrupción y no se han beneficiado por la toma de decisiones en el ejercicio de funciones públicas y privadas».
Lasso se negó a rubricar este documento ante notario. «No tengo por qué aceptar una condición como esa. No tengo por qué declarar mi inocencia sobre actos que ellos definan», esgrimió, ante lo cual el cara a cara televisado tuvo que ser cancelado.
La desconfianza entre las partes ha llegado al punto de que tanto Alianza PAIS como CREO han hecho un llamamiento entre sus filas para vigilar cualquier irregularidad durante la jornada electoral. «No nos podemos confiar porque Ecuador vive una dictadura de un partido político que tiene el control de todo», ha argumentado Lasso.
Punto de inflexión
El ascenso de cualquiera de los dos aspirantes opositores a la Presidencia de Ecuador supondría una auténtica revolución después de diez años de dominio hegemónico del carismático Correa y su partido político, Alianza PAIS.
Los vientos de cambio que soplan en América Latina –que en los últimos años ha visto relevos ideológicos en Argentina y Brasil y duros reveses electorales (aunque no letales) en Venezuela y Bolivia– han llegado también a Ecuador en forma de crisis económica.
La caída del precio del petróleo en el mercado internacional ha mermado los ingresos públicos hasta arrojar un presupuesto deficitario al que también ha contribuido el terremoto registrado el pasado 16 de abril en Manabí, que ha generado pérdidas por valor de 3.000 millones de dólares.
Ecuador ha pasado de un crecimiento récord del 7,9 por ciento hace seis años a una recesión de entre el uno y el dos por ciento en 2016, lo que ha obligado al Gobierno a un duro ajuste económico que amenaza los logros de la Revolución Ciudadana.
Moreno promete una tendencia continuista que ratifica su compromiso con los ejes esenciales del proyecto de Alianza PAIS: los subsidios sociales, el desarrollo humano y la erradicación de la pobreza –Correa ha sacado a más de tres millones de ecuatorianos de la miseria–.
Sin embargo, ha reconocido la necesidad de efectuar cambios en la acción netamente política debido a los escándalos de corrupción en Petroecuador y Odebrecht por el pago de sobornos a cambio de adjudicar contratos públicos.
«Vamos a hacer una cirugía mayor a la corrupción», ha aseverado Moreno. «Sanción sí, cárcel sí, para todos los corruptos, los de ayer y los de ahora», dijo en el primer –y único– debate entre candidatos presidenciales.
Lasso, en cambio, propone una ruptura drástica con los postulados de Correa, sobre todo en el ámbito económico, en el que ha fundado su campaña, aunque ha prometido mantener en la medida de lo posible las populares políticas sociales.
En su caso, se presenta también con una propuesta de cambio en el rol desempeñado por Ecuador en el contexto regional. Lasso pretende pasar a formar par de la Alianza del Pacífico, organización económica que rivaliza con MERCOSUR, de marcado corte ‘bolivariano’.
Lasso soporta una carga personal por su papel en la crisis financiera de 1999, que sumió a Ecuador en una profunda recesión que empujó a miles de ecuatorianos al extranjero. Entonces, el representante de CREO era el presidente del Banco Guayaquil, pero se justifica diciendo que fue una de las pocas entidades que no cerró sus puertas y no necesitó rescate.
Adiós a Correa
Lo que sí es seguro es que las elecciones presidenciales de este domingo activarán la cuenta atrás para que Correa abandone un cargo que ha desempeñado entre 2007 y 2017, algo que hará irremediablemente el 24 de mayo de este año.
Se trata de una decisión personal, ya que impulsó una reforma constitucional para, en contra de lo que han hecho (o intentado) muchos de sus colegas latinoamericanos, introducir una enmienda que le prohíbe expresamente concurrir a estas votaciones.
Los más críticos argumentan, no obstante, que era una modificación de la Carta Magna con truco porque al mismo tiempo eliminó la prohibición de aspirar a más de dos mandatos consecutivos para que la reelección sea indefinida.
La oposición alerta de que Correa se prepara para retomar el poder en 2021. El líder izquierdista ha expresado su deseo de abandonar la primera línea durante «un buen tiempo», recalcando que «lo importante es que se reelija la Revolución», pero no ha descartado volver si la oposición le «obliga».
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