Decenas de franceses improvisaron cánticos y rezos en el Sena frente a las llamas de Notre Dame
En el lado contrario del Sena cientos de personas presenciaron el incendio de Notre Dame durante buena parte de la noche con cánticos y oraciones expresando su "gran tristeza" por el incendio de la catedral símbolo del cristianismo en Europa.
Desde las 20:00 horas del lunes, decenas de personas se congregaron en la plaza de San Michel, a escasos cientos de metros de Notre Dame para rezar el rosario implorando que el fuego se apagará lo antes posible.
«Es conmovedor ver este fervor y esta muchedumbre. Estábamos en comunión de rezo con millones de cristianos del mundo», resume Etienne Vermersch, «católico practicante». Él rezó «durante horas y horas».
«Hubo escenas increíbles, dos mujeres con velo vinieron y recitaron el Ave María con nosotros…Unas señales increíbles de fraternidad», añade Béatrice Reneaume, una enfermera de 23 años que vino con dos amigos y que afirma haber «rezado con la esperanza de detener las llamas».
En torno a la 1 de la madrugada, cuando las autoridades restablecieron parcialmente la circulación, se dirigieron hacia el muelle de Notre Dame.
Entre ellos estaba Constance Ory, una profesora de francés y de latín de 28 años. «A medianoche cuando volví a casa, imposible seguir con mis actividades como si nada, entonces me fui con mi hermana y mi novio desde Trocadero. Aquí nos encontramos con amigos», explica esta joven que dirige un coro en una parroquia.
Como ella, varios pequeños grupos de oración se unen para compartir su «inmensa tristeza». «Envié un mensaje a los fieles: los que quieran venir a cantar, vengan», añade.
Los cantos son variados. No todos los conocen. «A veces escuchamos la primera frase y a vamos a Google en busca de la letra», comenta con una sonrisa una participante. Otros asienten.
Cuando pasa un vehículo de bomberos, los himnos se detienen, dan paso a aplausos «para darles las gracias». Aunque hacia las 03:30 horas de la madrugada el fuego estaba controlado, cientos de bomberos siguieron al pie del cañón para apagar los focos residuales.
Primer beso
Muchos son creyentes, como Audoin de Rochebouët, un ingeniero recién diplomado que vino «para estar en comunión de oración con todos aquellos para quienes Notre Dame tiene un sentido, entre ellos todos los cristianos, los católicos».
«No es más que un edificio, evidentemente, pero es un símbolo de la Iglesia que es algo mucho más grande. Una iglesia milenaria que, en espacio de una horas, se derrumba. Nos muestra también que somos pequeños, aunque podamos construir grandes catedrales», estima este miembro de una coral de una parroquia parisina cuyos miembros se dieron cita por la aplicación de mensajería WhatsApp.
Otros son ateos. «No somos para nada religiosos pero es un momento que forma parte de nuestra vida: a mi primera novia la besé delante de la plaza» de Notre Dame, cuenta Arthur. Junto a él, su hermana agrega: «Somos parisinos. Es un monumento que se muere, sentía la necesidad de decirle adiós».
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