Paul Lafargue así era el yerno de Karl Marx que defendía «el derecho a la pereza»
El cubano de ascendencia francesa Paul Lafargue, acabaría siendo uno de los máximos defensores de Karl Marx y también su yerno.
Karl Marx ha pasado a la historia como el ideólogo de la doctrina comunista. En plena revolución industrial sus ideas plasmadas en el manifiesto comunista se convirtieron en la biblia de los obreros. Más allá de su faceta como filósofo consiguió crear una escuela de discípulos que siguieron fielmente sus ideas. Uno de los más conocidos fue el cubano de ascendencia francesa Paul Lafargue, que acabaría siendo uno de sus máximos defensores y su yerno. Paul se casó con Laura Marx, juntos estuvieron casados más de 40 años viviendo una apasionada historia de amor y filosofía con un final trágico.
El polémico yerno de Karl Marx así era Paul Lafargue
Paul Lafargue fue uno de los primeros discípulos de Marx que quedó cautivado por las ideas de la nueva doctrina comunista que defendía el filosofo alemán. Nacido en Santiago de Cuba en 1842 furto del romance de un hacendado francés y una mestiza cubana, Paul viajó a Londres para conocer a Marx en persona. La visita a la casa de su ídolo le cambiaría para siempre descubriría en ella a la que sería la mujer de su vida, Laura Marx le abrió la puerta y entre ellos nació un amor que duraría décadas.
Este cubano sería el primer latinoamericano que se convertiría al comunismo. En su célebre biografía “Paul Lafargue y la fundación del socialismo francés” de Leslie Derfler, profesor emérito de historia de la Universidad de Columbia, se traza el perfil de un pensador que llegó a ocupar un papel principal en el desarrollo del socialismo. Lafargue ha dejado frases y episodios para el recuerdo.
El cortejo con la hija de Karl Marx del que Lafargue salió victorioso
En las cartas que le escribía a su madre Paul Lafargue se sentía orgulloso de tener lo que él llamaba «la sangre de tres razas oprimidas». Su origen mestizó fue lo primero que vio una Laura Marx encantada con el nuevo novio que acababa de encontrarse, aunque su padre no se lo puso nada fácil. Para Karl era un hombre demasiado pasional, le tuvo que llamar la atención en más de una ocasión, pidiendo que reconsiderase la forma de hacerle la corte a su hija.
Lafargue no escatimaba en brazos y besos, sin respetar nada, ese corazón latino no gustó demasiado al padre que inicialmente se mostró en corta de esta actitud. El amor acabó triunfando y Paul consiguió emparentarse con la sangre del que era su ídolo, el hombre por el que dejó Cuba y viajó miles de kilómetros hasta poder conocerlo.
La extraña traducción para Cuba de las doctrinas marxistas de Paul Lafargue
El propio Paul Lafargue fue el traductor de las obras de Marx, algo que no veía muy claro su suegro. Existen documentos que muestran que Karl Marx pensaba que su yerno no tenía capacidades suficientes, consideraba que se trataba de un agitador del movimiento socialista que se dejaba llevar al igual que durante el cortejo de su hija, por la pasión del momento.
Laura Marx ayudó a su marido a traducir las obras de su padre. El resultado de esta versión de la biblia del comunismo no gustó nada a Karl Max que consideraba que lo que había hecho Lafargue era simplificar sus teorías al máximo. La complejidad de la doctrina comunista estaba más allá de lo que aparecía en la traducción hecha con una curiosa frase. Lafargue escribió en letras muy grandes algo que él tenía claro: “el derecho a la pereza”.
El derecho a la pereza de Paul Lafargue revoluciona el socialismo
La idea de Paul Lafargue era muy clara según se desprende de sus palabras. Una sociedad emancipada no es aquella en la que se debate el derecho al trabajo, sino aquella donde se discute el derecho a la pereza, entendida en el sentido del ejercicio libre del culto a la ciencia, al arte y al entretenimiento.
Lo importante para el cubano no era las horas de trabajo o las condiciones, lo que marcaría la diferencia sería el tiempo libre. Una sociedad no podría emanciparse sin ese derecho básico que todo ser humano necesita, la capacidad para no hacer nada de nada, solo dedicarse a sus aficiones.
Esta idea del socialismo que empezaba a crearse en aquellos tiempos chocó con la doctrina de su suegro. Marx y Lafargue no tuvieron un final de cuento de hadas, ambos defendían ideales distintos y siempre tuvieron a Laura de por medio para conseguir un cierto entendimiento. La doctrina comunista les unió, pero también les separó profundamente. El primer cubano que viajó medio mundo para empaparse del comunismo más auténtico centró la emancipación del ser humano en la capacidad para instaurar su derecho a la pereza.
Paul Lafargue y Laura Marx murieron juntos, se suicidaron en la casa de Paris donde vivían. Dejaron comida para varios días a su perro Nino y la puerta abierta con la esperanza de que alguien lo adoptara. Mezclaron el cianuro con un té, le añadieron un par de cucharadas más de azúcar para disimular el amargor del veneno. Se durmieron para siempre convencidos de que su contribución al socialismo había terminado para siempre.
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