Historia
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Elba: La isla que retuvo al Emperador Napoleón

Napoleón regresó a París en 1815 y comenzó la Guerra de los Cien Días

La figura de Napoleón Bonaparte es una de las más estudiadas y comentadas de la historiografía europea. Sus enormes dotes para la batalla, gran estratega y ansias de poder, convirtieron a Bonaparte en uno de los personajes más temidos de su época, por eso, cuando Napoleón fue derrotado en tierras rusas, de las que tuvo que huir, las potencias vencedoras decidieron que Napoleón no podía campar por libre y lo exiliaron, forzadamente, a la Isla de Elba, un enclave solitario y en el que estaría vigilado constantemente.

Muchos de los vencedores quisieron ver muerto a Napoleón, pero las negociaciones de Telleyrand consiguieron que la mano dura con la que querían castigar al Emperador se quedara en palabras. Aunque en los papales firmados para este exilio, Napoleón aparecía como soberano único, lo cierto es que la isla de Elba se convirtió en un fortín para que Napoleón acabara allí sus días como máximo mandatario de Francia.

Durante días, Bonaparte era estrechamente vigilado por espías de la isla y por el gobernador de la isla. Además, tuvo que ver como amigos y fieles a su causa durante muchas batallas, se volvían en su contra y se aliaban con los Borbones que había vuelta a instaurar su trono en Francia.

Durante este tiempo, Bonaparte tuvo que conocer la muerte de su primera mujer, Josefina, sin poder asistir a su entierro. Su hijo y José Bonaparte no pudieron ir a visitarlo, y su segunda esposa, María Luisa, se negó a dejar su maravillosa vida en París, para vivir en el exilio.

Pero las noticias que llegaban desde Francia no eran lo peor para Napoleón, todo lo contrario. El rey había firmado la Constitución, pero poco tardó en instaurar el régimen anterior junto a sus nobles. Los enfrentamientos cada vez fueron más violentos entre una nueva aristocracia, el ejercito y los revolucionarios de 1789, contra la nobleza y los reyes, noticias que no hacían otra cosa que poner a Napoleón en marcha para su vuelta a París.

Además, los vencedores reunidos en un el Congreso de Viena no llegaron a acuerdos beneficiosos y las clases que se habían implicado en la revolución volvieron a estar como al principio, el hambre volvió a Francia y poco o nada parecía que había cambiado.

Napoleón vuelve a París

Con todas estas terribles noticias en oídos de Napoleón, el emperador exiliado comenzó a preparar su marcha hasta París para reclamar lo que era suyo. Los espías avisaron a Inglaterra que algo se estaba moviendo y aconsejaron trasladar a Napoleón hasta la isla de Santa Elena.

Demasiado tarde, en febrero de 1815, Napoléon escapó de Elba. Con el objetivo de llegar a París, cualquier soldado que se encontraba por el camino se unía a la causa, y fue declarado como enemigo de la paz mundial por el rey. No lograron capturarlo y Napoleón consiguió reunir más de 6.000 hombres que le ayudaron a entrar como todo un mesías en la capital francesa.

Napoleón llega en marzo de ese mismo año a París, prometiendo paz, cambios y mejoras económicas. Poco duraron las promesas ya que comenzaría la Guerra de los Cien Días y la posterior caída definitiva de Napoleón Bonaparte.