Historia
Edad Media

Cuesta creerlo pero ésta era la costumbre más repugnante de la Edad Media, y era más común de lo que se piensa

Con la caída del Imperio romano comenzó un periodo que se extendió hasta el siglo XV, caracterizado por muchos cambios. Se fueron abandonando viejas prácticas y aparecieron otras nuevas, adaptadas a un contexto de guerras, epidemias y precariedad en la higiene. Es en este marco que nació la costumbre más repugnante de la Edad Media.

Esta última surgió como una supuesta solución a cuestiones de apariencia, enfermedad y estatus. Y es que cabe recordar, las condiciones de vida eran duras, y los problemas de salubridad afectaban a todos por igual. Lo que en su origen se presentó como un remedio, pronto se convirtió en una práctica extendida que causaba consecuencias aún más desagradables.

¿Cuál era la costumbre más repugnante de la Edad Media?

La costumbre más repugnante de la Edad Media estuvo ligada al uso de pelucas. Aunque su propósito era mantener una apariencia cuidada y resolver problemas de salud e higiene, estas piezas se transformaron en focos de infestación y enfermedades.

En este marco, las pelucas no eran simples adornos, sino elementos con múltiples funciones que reflejaban la vida medieval:

En lugar de resolver los problemas de higiene, las pelucas los multiplicaban. Los insectos se instalaban en ellas y se reproducían con rapidez, convirtiéndose en un hábitat ideal.

El problema de los piojos en las pelucas

La convivencia con los piojos fue una constante durante la Edad Media. Se calcula que más de la mitad de la población estaba infestada. La costumbre más repugnante de la Edad Media se relaciona directamente con esta plaga, ya que las pelucas eran un medio ineficaz para combatirla. Esto derivaba en:

Materiales y usos de las pelucas

Las pelucas medievales se confeccionaban con distintos materiales: cabello humano, lana, fibras vegetales o pelo de caballo. Esta diversidad estaba relacionada con el estatus social y con el propósito de cada pieza. Algunos ejemplos de estos símbolos culturales son:

El legado de la costumbre más repugnante de la Edad Media

Aunque en el siglo XVIII las pelucas dejaron de estar de moda por su vinculación con la nobleza, su uso continuó en ámbitos específicos. En Gran Bretaña, por ejemplo, los jueces y abogados las mantienen como parte de la indumentaria oficial, un vestigio directo de aquella costumbre medieval.

En épocas más recientes, las pelucas volvieron a popularizarse gracias a nuevas fibras sintéticas, con fines estéticos o terapéuticos.

Pacientes oncológicos y artistas han hecho de ellas un recurso habitual, pero ya sin los problemas de higiene que las convirtieron en la práctica más desagradable de la Europa medieval.