Graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Escribo sobre la actualidad televisiva y musical. Además, me gusta investigar y hablar sobre todo lo relacionado con las ficciones del momento, tanto de la pequeña como gran pantalla.
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First Dates continúa uniendo corazones o, en ocasiones, intentándolo. El popular show de citas a ciegas presentado por Carlos Sobera se ha convertido en todo un acierto en la parrilla televisiva, y las cifras de audiencia lo demuestran.
Recientemente, los espectadores tuvieron la oportunidad de ver el gran especial de Carnaval del programa. Un encuentro donde no faltaron los disfraces, la purpurina y las sorpresas. Todo ello sumado a la cita de Pedro y Julio, dos solteros que siguen sin perder la fe de encontrar a su media naranja.
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Pedro, cubano, se presentó en el programa señalando que ha encontrado en España su segundo hogar. «El baile me ha dado la vida», afirmó. En el amor sabe muy bien cuáles son sus defectos y está decidido a superarlos para vivir una relación duradera y estable. «Soy celoso latino: tóxico, con problemas de carácter», admitió.
Su cita fue Julio, un bailarín cuya filosofía de vida en el amor es lanzarse a la piscina sin miedo. «Hay que moverlo como las olas o rompiendo nueces», señaló con humor. El primer encuentro entre ambos ha sido completamente arrollador, pues ya desde el principio Pedro demostró lo mucho que le gusta bailar y pasarlo bien.
Así pues, y sin previo aviso, la velada comenzó con una actuación sorpresa de un grupo de samba por Carnaval. Una presentación que animó por completo el restaurante de Cuatro y donde Pedro fue uno de sus bailarines. Ante ello, Julio se quedó encantado debido a que no podía creer que su acompañante se hubiese presentado con el torso al descubierto.
Julio en First Dates tras conocer a Pedro: «Blanco, derretido, muerto»
Lo curioso de la situación es que la puesta en escena de Pedro al ritmo de una samba fue idea de Carlos Sobera. Una propuesta que el soltero no dudó en llevar a cabo. Julio, por su parte, se quedó con la boca abierta al ver el buen físico que tenía su cita y las grandes dotes para el baile que lo caracterizaban.
«Blanco, derretido, muerto», dijo el soltero respecto a como se había quedado al ver a Pedro por primera vez. Lejos de quedarse sentado y de brazos cruzados, el comensal no dudó dos veces en apuntarse a la batucada y bailar junto a los demás. Respecto a la cita, todo marchó a las mil maravillas entre ambos.
La chispa surgió entre Pedro y Julio de forma instantánea, por lo que no dudaron en conocerse un poco mejor en la intimidad del reservado. Un encuentro donde los solteros volvieron a bailar, pero esta vez muy acaramelados.
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